MUESTRA DE LA NOVELA: "¡SAMUEL, TU POESIA VALE CALLAMPA, AHORA LOS KRATORIÁNOS VIENEN POR TÍ!"
ESTE MATERIAL ESTA PROTEGIDO POR LA LEY DEL DERECHO INTELECTUAL RECONOCIDO MUNDIALMENTE. SE PUBLICA AQUÍ,EXCLUSIVAMENTE PARA LOS LECTORES DE ESTE BLOG, PARA SU LECTURA PERSONAL E INDIVIDUAL, NO PARA DISTRIBUIRLO MASIVAMENTE Y OBTENER RÉDITO POR ELLO, CUALQUIER INICIATIVA AL RESPECTO, COMUNICARSE CON EL AUTOR O EDITOR PARA LOS PERMISOS PERTINENTES AL E.MAIL INDICADOS.
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“¡SAMUEL, TU POESÍA
VALE CALLAMPA!,
¡ahora los Kratoríanos
vienen por tí!”
por Geko.
“¡SAMUEL TU POESÍA
VALE CALLAMPA!,
¡ahora
los Kratoriános
vienen
por tí!”.
©by Geko
2015
inscripción:250.158.
Todos
los derechos reservados.
©Ediciones
Cuchu 2015
derechos
reservados.
edicionescuchu.blogspot.com
representante
legal: Germán Cuello
Los relatos o hechos presentados en estos escritos
son producto de la imaginación de sus escritores
respectivos, por lo que nada tiene que ver con la
realidad vigente. Cualquier coincidencia es mera casualidad.
PROHIBIDA
TODA
REPRODUCCIÓN.
CUANDO ALONSO “PRIMERO” KRATOR NO PUDO AGUANTARSE.
Es de noche.
Una noche muy fresca y suave.
Es verano.
Una noche de esas que hacen una
delicia del verano.
Esas noches donde cualquier
persona viste ropas livianas,
sueltas…¿cómo las de la dama de la danza árabe?.
Algo así.
Se siente el frescor en los
poros, ese frescor delicioso, que no
llega a ser muy helado, ni menos frío, o sea, con el toque justo.
Un equilibrio total.
Una delicia para el cuerpo, vivificante,
tonificante… ¡ah, qué bueno es esto!...
Para qué hablar del ambiente:
colores, luces, risas.
Harta gente.
No solo intelectuales estaban
reunidos esa oportunidad en la feria, en la que se hablaría de “no ponernos
rojos”, porque, sí, se iba a hablar de sexo, de erotismo.
Era la “sexagésima feria del
libro”.
Hacían pruebas de sonido
golpeando suavemente la boca del micrófono.
- ¡Un, dos…probando!...¡un, dos,
probando!,¡buenas noches, señoras y señores, público presente!,¡a continuación
les invitamos a esta velada de creaciones y poesía, a escuchar las creaciones de sus autores, les invitamos a escuchar a
los poetas invitados y a los poetas de la región!...
A su lado estaba Juan
Soñador, y otros dos personajes, con ellos el
presentador del recital poético.
Samuel se sentía nervioso.
Cuantas veces había estado en recitales poéticos y no podía evitar ese sentimiento, ese estremecimiento, ese
asomo de pánico escénico. Pero ahí estaba, junto a los otros lectores de
poemas, que mostrarían sus poemas
eróticos.
Habían buenas “vibras”, se
notaba en el ambiente, esa sensación que experimenta el artista al enfrentarse
a su público y percibe en que disposición viene. En esta ocasión, diría el
actor, el público está bien afectado, está receptivo... lo que se necesita para
un buen espectáculo.
“¡Mierda, mierda!” y los actores
salen a escena. Pero en esta ocasión no eran los actores que salían a escena,
eran los poetas, los poetas de la región...bueno, por lo menos en esta ocasión,
en esta lectura, uno, y el otro era de la tercera región.
Primero, como invitado, Juan
Soñador, de la tercera región, le tocó leer sus creaciones. Creaciones muy
especiales, con un aire, tal vez, de campo, de vida diaria.
Más tarde, los aplausos de
la audiencia, marcaban el término de su presentación.
Samuel miraba los papeles
que iba a leer. Ahí tenía un poemario, un libro de antología, donde él aparecía
y páginas de notas sueltas, que había seleccionado para esta ocasión.
Furtivamente dio una mirada al público presente. Estaba lleno el lugar, que era
como un micro anfiteatro griego, que se usaba
para
las manifestaciones artísticas, lecturas y presentaciones de libros.
Gentes de todos los tipos
estaban expectantes, como impregnadas de un espíritu cultural, que daba gusto.
O quizás era esa curiosidad de saber qué
decían estos poetas sobre el sexo, qué cosas eróticas podían decir, qué cosas
vomitarían a sus caras, a sus cabezas ávidas de escuchar cosas que despertarían
sus sentidos, que de solo oírlas se dispararían sonrisas y risas cómplices,
llenas de picardía, situaciones estimulantes como en una noche de verano, con
luna llena y noche fresca; como fuere, la gente estaba ahí, viendo a este
poeta, que le tocaba decir lo suyo.
Cuando dio esa mirada de
reojo, con todo ese entorno, de alegrías, murmullos, la presión, el nerviosismo
que sentía por la prisa de hacerlo todo rápido, para no aburrir a la gente y
ese asomo de pánico escénico, no pudo darse cuenta de dos personajes curiosos
que estaban entre el público y le veían; eran dos tipos vestidos de monjes, con
túnicas de color verde claro, que si las
personas presentes habrían sido escasas, estos hubieran llamado la
atención. Más que nada, parecían unos gringos
estrafalarios, unos turistas, dirían algunos, nada del otro mundo, unos
turistas más del montón, dirían otros. Pero no. No sabían lo equivocados que
estaban. No sabían que esos dos tipos eran, realmente, cosa de otro mundo.
Para no sentirse más
incómodo, tomó un papel y comenzó de inmediato.
- Comenzaré con este poema que, si
bien no es muy erótico, pero me gusta mucho, se titula: “sin límites”, bueno,
después de este vendrán los otros... que son más... afín con el tema de esta
feria, aunque cualquiera cosa podría ser erótica, depende del prisma con que se
le mire...a ver, veamos...
Diciendo esto y acomodándose
los lentes blancos, comenzó a leer:
“SIN LIMITES”
Hoy salí a comprar libros
luego me dirigí a la plaza
compré un helado de chocolate
me senté en unos de los bancos
sin horarios, sin restricciones
sin límites en el horizonte.
Parecía un niño, mientras el
chocolate
corría por mi mano.
“¿COMO DAR EN EL CLAVO?”
Ahora solo
quién , me traerá una tasa
con agua caliente
o una sopa.
Para poder dar las gracias,
mis escasos cabellos
o cambie mis pañales
y por último
yo saber que ella va detrás
mio
y yo sin frenos hacia el olvido.
“UNA DE DOS”
Hoy pasó Consuelo frente a
mi
Parece que venía con la “hüeá’”
como la conozco,
tiene que haberla dejado el
tonto
plantada
o
debe faltarle pico,
de eso estoy seguro.
Después de leer este y viendo la reacción del
público, en donde se produjeron risas, Samuel se sintió con más confianza.
- Bien, ahora comenzamos con el
tema, pero por ahí puede venir uno colado que
no
tenga que ver, pero, en fin... es que tengo un poco desordenado...pero, sigamos,
sigamos..
“WOMAN”
A ti que te vi
tan señorita
de traje chaqueta
tacos altos
bien perfumada
excelente secretaria
delicada
bien delicada
sobre todo
al agacharte
a recoger lápices
caídos
como me iba a
imaginar
que eras tan buena
para chuparlo.
Del poemario “Más” (efectos) de marzo 2007.
Una risotada de una señora gorda dio el inicio a
una ola general de risa, especialmente de los adultos, porque algunos de los
niños presentes “no estaban ni ahí” y daban vueltas por ahí, pero,
curiosamente, sin interrumpir.
Esto no era un show
humorístico, pero Samuel se sentía bien con aquello, esa alegría de la gente.
Era contagiosa.
“EUGENIA”
Siempre te sueño;
con la misma falda,
con el mismo peinado,
con la misma sonrisa,
con la misma cara de
caliente.
“OTRA POSE”
Me dijiste:
lubrica
lubrica
pero era demasiado
tarde.
“OLOROSITA”
Se acercaba mi tía
me abrazaba,
era muy amorosita
su boca roja en llamas
me besaba en la mejilla
mientras le caían sus tremendas
tetas
unas ganas de mordérselas
mi tía era muy caliente
pero no tanto como yo.
“LAS CLIENTAS”
Mi madre
la modista
detrás de la cortina
esos tiempos en el
barrio
las clientas,
hermosas clientas
me corría la paja
apenas se iban.
Hoy, una de esas
clientas
me dice que ella lo
sabía,
por eso se demoraba
en ponerse la
falda.
“LA CHICA LINDA A PUNTO DE SUBIRSE...”
Al lado mío
su pierna brota
como una planta exótica
las luces rojas en sus
pies;
nunca pensé que estuvieras
desnuda a punto de subirte
sobre mi
y que un cuadro de Balmes
lo encontraras “ fuerte”,
si supieras que en este
momento
lo mio es más fuerte.
“SOGA”
Me costó encontrarte
tuve que luchar con:
camisas
pantalones
calzoncillos
calzones
solo para darte un beso.
“EX..”
Ayer la encontré
en plena Avenida de Aguirre
¿cómo estás mi amor?, me
dijo
¿cómo te ha tratado la “life”?.
La miré entre resentido y
con
algo de amor
luego le contesté:
¡como las “huevas”!.
“ME GUSTAN”
Siempre me gustaron
las locas y las putas
porque en su momento más
cuerdo
son buenas amantes.
“ESTAMOS EN CHILE”
Todo ahora es desechable
y tiene uno la oportunidad
de comprarse algo nuevo
te repito: todo
así que
no me hueí’
mujer de los mil demonios.
“MÓNICA”
Señorita, ¿quiere andar
conmigo?
yo lo único que sé hacer es
culiár.
- Bueno...eso sería...gracias...
Comprendiendo
el público que con lo último que dijo cerraba su presentación, la gente empezó
a aplaudir, muy complacida. Entre el público sus amigos sonreían, Juan
Aguilucho, el señor Ká, pero uno de los que estaba cerca, que, quizás,
podríamos decir que era del grupo, no exactamente, pero sí, tenía una cara que
se le caía de amarga, tan amarga que si la hiel se pudiera expresar, estaría
reflejada en su cara; con todo, su
rostro era tan inexpresivo, que era
difícil saber si estaba contento o no, pero ciertamente era una postura nada
más, junto con eso de andar de serio por la vida, porque cuando se sacaba la
máscara se podía reír más que un payaso. Ese era Alonso “Primero” Krátor. Pero ahora, seguro que algo pasaba, pues sus vibraciones no eran
muy buenas. Algo había que lo estaba irritando. ¿Que sería?
Les recordamos a nuestro distinguido público
asistente a la feria, que dentro de poco, a las 23 horas hará su presentación
en este mismo lugar el destacado escritor y cantautor nacional Patricio
Manns, junto a los músicos que le
acompañan, así que desde ya le hacemos la invitación para que se queden y disfruten de este espectáculo
de calidad que es totalmente gratuito, auspiciado por la ilustre municipalidad...gracias.
Después de estas palabras
del locutor del evento, por los parlantes se podía escuchar música y la gente
se relajaba y conversaba entre ellos. Samuel y los recientes expositores
abandonaban el podio ya que los músicos del espectáculo anunciado, tenían que instalar sus instrumentos y
prepararlo todo. Él y sus amigos se dirigieron a tomar una tasa de café a un
local que estaba cerca del escenario, a un costado, en un rincón muy acogedor. Alonso se había quedado atrás, pero luego, de
un momento a otro, lo vieron aparecer, lo miraron y se detuvieron en sus
comentarios sobre la reciente lectura. Su mirada intimidó a todos,
especialmente a Samuel, que fue a quién se dirigió.
Con voz fuerte y con sus ojos muy
abiertos le dijo:
-¡¡Como se te ocurre leer eso, sobre
indecencias y porquerías!!,¡¡nunca escuché un atentado tan grande al decoro a y
las buenas costumbres!!!,¡¡¡nunca escuché tal atentado a la poesía
decente!!!,¡¡¡qué inmoralidad!!!...
Alonso estaba furioso, las
venas de su cuello resaltaban conduciendo la sangre hirviendo a su cerebro, a
sus manos, a todo el resto del cuerpo. En su estado alterado en que se
encontraba, parecía que de un momento a otro, este le iba a propinar un
puñetazo.
-¡¡¡Qué indecencia, qué
indecencia!!!,¡¡¡vulgaridades, eso fue lo que escuché, vulgaridades!!!,¡¡¡qué
poesía es esa, por Dios, qué poesía es esa!!!,¡¡¡una mierda, eso es lo que
es!!!,¡¡¡una mierda indecente!!!.
Desconcertado, Samuel, no
hacía más que mirarlo y aprestarse a un ataque, lo que parecía venir.
-¡¡¡TU POESÍA VALE CALLAMPAAA!!!,¡¡¡ESO
ES LO QUE VALE: CALLAMPAA!!!.
Algunos se dieron vuelta para
ver al tipo enajenado, que vociferaba,
que prometía dar un buen espectáculo de combos y patadas por doquier.
- ¡Pero, qué tanto, que le poní’!- le
respondió el señor Ká, ya que Samuel estaba mudo ahí, sin decir nada, como
paralizado por la acción de Alonso, que era claramente algo que no se esperaba.
- ¡¡Poto, teta , pichula, es lo único
que se te ocurre hablar, no puedes elevar tu poesía, sino que relegarla a lo más
bajo del instinto de la depravación!.
Al ver que Samuel estaba
paralizado, el señor Ká respondía a las agresiones de Alonso.
- ¡Oye, pero si la poesía no se
explica, tú, como autor sabí’ eso!, ¡y que tan mojigato!, ¡si el tema que se
trata es ese!,¿y por qué no le vaí’ a criticar los cuadros a Mario Toral donde
casi se muestra sexo explícito de una relación en pintura expresionista?, ¿y
por qué no le vái’ a criticar los poemas a Escarmeta también, que estaban casi tan fuertes que los del Samuel?.
- ¡Ah, pero, pero... eh, eso es otra
cosa!,¡eso es arte!!.
Contestaba Alonso, casi viéndose
atrapado.
- ¡Chí’!,¿arte?,¿arte porque vienen
de afuera?, ¿cuál es la diferencia?,¿porque vienen de la capital son
mejores?,¡qué!,¿aquí no se hace nada, no se produce poesía?...
- ¡Sí, pero es que aquí no hay la
experticia, la calidad…!
-¿¿Quéee…??,¿nos estás diciendo que
somos unos tontos???,¿¿que aquí no se puede hacer algo que valga la pena??...
- Eeh, este, este …no, pero…
-¡¡Pero qué!!,¿ah??...
- ¡¡Es que allá tienen más cultura,
más mundo y entonces…!!!
- ¡¡Ah, entonces nosotros estamos aquí
encuevados y no hacemos nada, eso es lo que quieres decir!,¿no?,¡que valemos
callampa, eso quieres decir, que todos aquí valemos callampa!!,¡¡no tenemos
cultura no tenemos nada, no pensamos, somos una mierda y no somos nada, nada de nada!!...
- ¡Oye!,¡pero si yo…!,¡no seái’ tan
exagerado, si yo no he dicho eso!...¡yo lo que digo es…!,¡yo lo que digo es…!.
- ¡Lo que decí’ y lo que estái´ haciendo
es apoyar el centralismo, eso es lo que estái’ haciendo!,¡güeón pavo!,¡te hací’
eco de las políticas que apoya el departamento de cultura que organiza este
evento pagándole más a estos artistas que trae de Santiago, y no a los que se
presentan de la zona!,¡pregúntale cuanto le ofrecieron al Samuel para que
recitara hoy día!,¡pregúntame a mí cuanto me dieron!,¡una cagá!.
-¡Pero vinieron igual!,¿no?.
- ¡Pero, claro, nosotros lo hacemos por el
arte!,¡tu sabí’!,¡pero igual esto es injusto!,¡no debería ser así!, ¡cosas como
estas vulneran la fe pública, debilitan la credibilidad de las autoridades que
están a cargo de eventos de este tipo!,¡debilitan una nación a la larga,
porque, ¿qué nos queda si estas personas que están a cargo de dirigir puntales
culturales de este tipo, no dan el ejemplo de justicia e integridad?,¿qué nos
queda?,¡nada, eso nos queda!,¿ y todo por qué?,¡porque piensan como vó’,
agüeonáo’, por eso!,¡no tienen identidad propia, no tienen identidad nacional,
no tienen identidad regional, que “apenitas” aparece algo que viene de afuera
se vuelven locos!,¡y, claro, como somos de la región dicen: “qué, güeón, oh,
que van a hacer artistas estos, si son unos indios culiados", ven
reflejada su propia persona, su propia pobreza cultural y, por lo tanto, piensan
que no valemos nada!,¡piensan que valemos callampa, como tú le estái’ diciendo,
ahora, al Samuel, que su poesía vale callampa!.
Alonso Krátor sabe que sus argumentos
son muy débiles, que no está en una buena posición y trata de zafarse como
puede.
-¡Bueno, pero, pero...es que... es que...es
lo que yo pienso… es lo que yo pienso y yo pienso que la poesía de este vale
callampa y ya!,¡y mejor me voy a dar una vuelta!,¡cháo!.
Alonso dio la vuelta de
inmediato y se alejó haciendo como
que iba a vitrinear libros en otros stands.
El señor Ká, Samuel y las otras
personas que estaban presenciando todo, lo vieron alejarse, haciéndose
el tonto.
- Parece que este amaneció con la cagá
hoy día.- comentó el señor Ka.
- Parece que sí- le contestó el aún
desconcertado Samuel.
Los otros no dijeron nada,
quizás como adivinando el porqué de esa rabia.
Atraído por las vociferaciones,
Juan Aguilucho se acercó dejando su puesto de libros de otros autores
regionales, aprovechando que estaba con otra persona, que se quedó vigilando.
- ¡Qué!,¿qué pasó aquí?,¿quién está
peleando?.
- No, si es Alonso que se puso güeón;
dice que la poesía del Samuel es indecente…- le contesta el señor Ká.
- ¿Y tú, qué pensái’ Samuel?.
- Ah… no me interesa.
Momentos más tarde Samuel se
había separado de sus amigos y, paseando por la feria, se encontró con el
guardia del estacionamiento, al que ocasionalmente le vendía libros.
- ¡Hey, que tal Samuel!,¡como
estamos!...
Algo amurrado le contesta.
-¡Aquí, “amigo guardia”, pasando
rabia!...
-¿Rabia?,¿y rabia de qué?, ¡si aquí está
todo pasando, aquí todo está bien, aquí todo es alegría!..
- ¡”Amigo guardia”, me dijeron que mi
poesía valía callampa!..
-¿Ah?, ¿y quién dijo eso?.
- El Krátor.
Ellos no se dieron
cuenta, pero al mencionar ese nombre, eso llamó la atención de los dos tipos
que parecían “gringos estrafalarios”, los de las túnicas verde limón, que
estaban muy próximos y así pusieron oído a lo que estos estaban hablando.
- ¿El Krátor?,¿y que le dio?, ¿ por
qué dijo eso?.
- Seguramente le picó el hoyo, que sé
yo, pero estaba muy enojado, después que leí en el estrado, junto con los otros
poetas, llegó y me vociferó y yo pensé que me iba a dar un par de combos!...
-¡Ay,oh!,¿cómo tanto?...
- No, si estaba furia, lo hubiérai’
visto…
- ¿Y qué le habrá pasado?,¿por qué
estaría “en esa”?...
- No sé, pero está bien que yo escriba
poemas malos, pero de ahí, a que me venga a criticar de esa forma, tan furiosa
y destemplada, como si quisiera sacarme los dientes, nada que ver …no sé,
llegaba a dar miedo…
En ese momento Samuel hizo
una pausa unos segundos y luego le dijo al hombre que lo acompañaba:
-¡Ah, se me ocurrió, “amigo guardia”!,¿tení’
una hoja de papel?.
Precisamente el “amigo
guardia” andaba trayendo un libro y un cuaderno pequeño del cual arrancó una
hoja y se la entregó, y seguidamente, con rapidez, le facilitó un bolígrafo.
- ¡Toma, aquí tení’!...
Ensimismado Samuel se puso
a escribir. Al cabo de unos minutos el “amigo
guardia” le pregunta:
- ¿A ver, que tal?,¡muestra, muestra!...
Samuel le pasó la hoja de
papel escrita y este pudo leer:
La máquina de hacer poemas
malos
como el Krátor,
me dio miedo
su cara de sádico, e.t.
que se meta el platillo
volador en el culo
culo- culo- culo….
S.N.

- ¡Já, que “güena”!,¡ja,ja!, ¡cagó el Krátor!.
Con esto que dijo el “amigo
guardia”, los tipos de las túnicas verde limón, se pusieron más alerta y
trataban captar cualquier detalle y si era posible, leer el texto que Samuel
había escrito.
En ese momento se
escucha la alarma de su celular del hombre. Este ve en el visor quien le llama
y contesta:
- ¿Haló?,¿dónde están?,¡sí, voy en
seguida!...
Luego aprieta el
botón de “colgar” en el celular.
- Discúlpame Samuel, tengo que ir a ver un
asunto familiar…en 15 minutos vuelvo, quiero ver al Patricio Manns, ¿vas a
andar por aquí?.
- Si.
- Bueno, nos vemos más ratito…
Con el apuro no le
entregó el papel con el poema, sino que lo dejó en la mesa que estaba al lado.
Samuel tampoco lo recogió, sino que fue al mesón de la cafetería, que estaba
casi al lado, a comprarse un café y un sándwich. Entonces estos tipos
aprovecharon para acercarse y tomar el papel con el texto y lo leyeron.
Sus gestos mostraron
que algo andaba mal. Algo en ese texto los descompuso. Algo había muy serio ahí, que les hizo fruncir el
ceño. No estaban cómodos, para nada, y
cuando Samuel se acercó, tomándose su café y comiendo su sándwich, estos lo
apuntaban, pero por detrás, así que no
los podía ver, quizás casi solo
de reojo. Al parecer estaban tomando una decisión. Luego Samuel se dio
la vuelta cuando se iban, los sujetos,
mirando hacia atrás, le vieron directamente, y eso le inquietó. Algo en sus
miradas le dio la sensación de que
tenían un asunto con él. Pero esa
sensación empezó a desaparecer cuando estos le dieron la espalda, alejándose
por entre la gente con dirección a la salida del recinto.

“ 1) El día en que los hombres
desenchufaron
a las mujeres.
2) El poeta que nunca tocó
ningún instrumento.
3) Todas las mujeres sueñan
todos los hombres sueñan,
les falta algo.
A ellas una teta, un riñón
un dedo
A ellos los dientes, un coco
el Pato Manns
la voz, la voz.”
S.N.
-Muy bueno el espectáculo, la música, esas
canciones clásicas…pero la voz del Pato…se le escuchaba muy rasposa..
Comentaba el “amigo
guardia” una vez que habrían presenciado el último espectáculo programado en la
feria del libro esa noche.
- Es que el tiempo pasa, amigo, y el
Pato ya no es el de antes…
Decía Samuel, viendo el
escenario donde los músicos desmontaban sus equipos y también vio a Manns, el
hombre alto, de pelo cano, macizo, que cantaba y ahora conversaba con varios de
sus admiradores.
- Bueno Samuel, yo me voy, tengo que
trabajar mañana temprano. Nos vemos.
- Nos vemos…
Rápidamente el “amigo guardia”
desapareció entre la gente que ya salía, aprestándose para abandonar el lugar.
Ya casi en las afueras,
cruzando la calle hacia la plaza de armas, iban caminado los tres amigos:
Samuel, el señor Ka, y Juan Aguilucho.
- Vámonos a tomar una cerveza al Pub de
calle Ohiggins…
Sugirió juan Aguilucho.
- ¡Que, oh!,¡si ya van a cerrar!...
Comentó Samuel.
- ¡Pero si es temprano, si son apenas las dos y media de la madrugada y
además es verano!...
- Pero tu sabí’ como son de fomes aquí en la Serena…
- Bueno, por último vamos a mi casa, que yo
vivo por aquí cerca.
Agregó el señor Ká. Y esa
sugerencia fue aceptada.
Caminaban entre el vivido gentío
que había salido de la feria y ahora se incrementaba el que estaba en la plaza, y ahí había espectáculos callejeros aparte: contadores de
chistes, bailarines de breakdance, pequeños dúos de guitarra, un tipo gordo que
se las daba de faquir y comía vidrio, un grupo de teatro de títeres, pintores
artesanales y vendedores callejeros con sus lamparitas de colores, antenas de
marcianos brillosas, vendedores de algodón de azúcar…todo eso parecía más
vivido que en un bar o “Pub”, esa noche. Entre tanto, por ahí se veían los dos
tipos de las túnicas verde limón, que seguían de cerca a estos tres amigos sin
que se dieran cuenta. Entre caminar y desplazarse viendo a las gentes que
presentaban sus espectáculos y las otras gentes que hacían de público, estos
empezaron avanzar colocándose a los costados de ellos. Llegó un momento que
paseaban en un sector donde había poco público y estaban algo apartados de la
gente, Samuel alcanzó a ver a uno de ellos que estaba cerca de él, cuando de
repente empezó a correr una especie de ventisca, como un extraño remolino de
viento. De la nada, en este viento
arremolinado, que giraba en torno a ellos, empezó a aparecer una luz
verde clara que los envolvió a los cuatro, digo a los cuatro, porque alcanzó a
un tipo que iba delante de ellos y no se podía ver quien era porque usaba una
capucha, a la usanza de esa moda de los idiotas imitadores de los “flaites” del
Bronks de Nueva York.
-¡¡Que chucha, que mierda pasa!!- alcanzó a
decir un desconcertado señor Ká.
El entorno desapareció y
quedaron ellos en medio de esa luz verde clara. El tipo desconocido miraba
alrededor, pero sin sacarse la capucha, veía, al igual que lo hacían los tres
amigos. Seguían parados en el piso, pero todo era luz y un tenue, pero muy
tenue, zumbido. El lugar ya no era la plaza de armas de la Serena con su vivida
actividad de verano, estaban en otro lugar, ¿pero qué lugar?, esto parecía más
bien el limbo, un lugar indeterminado, un lugar en medio de la nada, un lugar
con otra atmósfera, pero otro lugar.
En la mente de Samuel pareció estallar
algo, una idea que no le pareció muy buena.
- ¡¿Oye, no serán tus amigos de nuevo, Juan??...
- ¡No sé, güeón, no sé!...
- ¡Andarán buscando venganza, porque si es
así, estamos cagados, esto parece una abducción!!..
-¡¡No sé, güeón, no sé!,¡yo no tengo nada
que ver ahora!!..
-¡Oigan, de qué están hablando ustedes!..
Pregunta el intrigado señor
Ká.
- ¡Después te explico, es muy largo… tení’
que leer la primera novela!..
- ¿Qué?...
No le alcanza a contestar con
esa interrogación el señor Ká a Samuel, cuando alrededor se empieza a
materializar otra realidad.
Unos ocho hombres muy similares
a esos “gringos estrafalarios” de túnicas verde- limón aparecen lentamente a
los costados, como custodiándolos, tres
de ellos que tienen otro tipo de ropa y
parecen ser guardias de seguridad.
Uno parecía la autoridad, como
un director de la asamblea o lo que fuera esa “reunión social”, Samuel lo reconoció
como unos de los que vio en la feria del libro.
-¡Señores, se encuentran en KRATÓRIS, y como están en nuestra jurisdicción han sido
conducidos hasta aquí para dar cuenta del delito de injurias graves en contra
de nuestra divinidad, divina esencia de nuestro cosmos, de nosotros los
KRATORIÁNOS, nuestra deidad KRATORÚNGALO.
El Kratoriáno, con más dureza en
sus ojos, continuó:
- ¡¡Ustedes comparecerán ante el tribunal
por una causa eclesiástica de KRATÓRIS, ustedes… que son secuaces del principal
culpable…!!
Entonces el individuo apunta a
Samuel con énfasis:
-¡¡Usted!!...
Samuel no lo puede creer.
- ¿¿¿Quéee???.....
¿HOYOS DIMENSIONALES MÓVILES?, ¿QUÉ ES ESO?!!.
Los cuatro amigos se
encuentran cómodos en un recinto que parece una sala de espera, con la sensación de no creer lo que está pasando,
pero a la vista de todo, es una pasmosa
realidad que no la pueden evitar, así que no les queda más que, acostumbrarse.
Están sentados en unos
sillones y algo apartado está Alonso Primero, cubierto con su capucha y ellos
todavía no saben quién es. Para esconder más su identidad se ha puesto unos
lentes oscuros de Sol que traía en los bolsillos y permanece siempre con la
cabeza gacha, de forma que mantiene siempre el bajo perfil.
- ¿Qué es lo que está pasando
Samuel?...ustedes dos estaban hablando de algo…parece que ya han pasado por
esto…que es todo esto?.
Pero no deja contestar a Samuel, que era a
quién principalmente era dirigida la pregunta:
-¡Pero güeón, no me digái’ de nuevo que
lea la primera novela; en primer lugar,
no la tengo a mano y si la tuviera, no me voy a poner a leerla ahora mismo,
además, no podís’ ser un mercanchifle de mierda aprovechándote de que necesito
saber de qué se trata; “háceme” un resumen corto aunque sea, sinvergüenza de
mierda!.
-¡Bueno, pero entonces...¿toda la
mercadotecnia está equivocada?.
-¡Equivocada está po’ güeón!,¿encontrái’
lindo el aprovecharse de la necesidad de la gente para aumentar tus arcas?.
-Bueno, no es precisamente muy ético, pero
así se estila yo...
- ¿O sea que si se estila comer mierda, vó’
vái’ a comer mierda?.
- No, pero...
-¡¡Yá, yá, córtala, córtala güeón!!,¡¡quiero
que me contí’, ahora mismo, que es lo que ocurrió y que tiene que ver con esto;
quiero saber que está pasando!!,¿¿me entendí’??..
-¡Está bien, está bien, calmado....
no hay para qué alterarse!...lo que pasa
es que este güeón del Juan Aguilucho, me tendió una trampa: hizo que me
raptaran unos extraterrestres, los Manimanganiános, que en ese entonces eran
sus amigos, y como sabía que no la iba a
pasar muy bien con estos extraterrestres, ya que estos me pusieron
artefactos en la cabeza y me “sapearon” mi vida entera, este güeón hizo esto a
manera de una venganza, para desquitarse de lo que pasó en el restorán Ciro.
- ¿Y?...-consultó todavía insatisfecho el señor Ka.
- Resulta que lo que nos ha pasado
parece una abducción y yo estoy
sospechando que todo esto es obra de los “Manimanganiános” ya que les
destruimos su “ovni” y...
Juan Aguilucho, con
expresión preocupada, hace sus descargos
para exculpase del asunto.
- Yo no sé, yo no tengo la culpa de lo
que está pasando, yo no tengo la culpa de que estos “Manimanganiános” fueran
unos traidores y anduvieran con mentiras y ahora, yo no tengo nada que ver con
lo que está pasando y además estos tipos no se parecen en nada a los “Manimanganiános!.
-¡Pero “capáz” que seái’ vó de nuevo con
otra broma macabra y no hayái’ aprendido que casi nos despachan a los dos!.
-¡Por lo mismo, güeón, ya te dije que
no, yo no he tenido contacto con esos
“marcianos” desde que nos escapamos de esa cagá de “ovni”!,¡a lo mejor vó’ hay
hecho contacto con ellos para tomarte la revancha para cagarme a mí, con lo
envidioso que sói’ vó’, no me extrañaría!.
-¡Na’
que ver la güeá!,¿¿cómo voy a hacer eso??,¡vó’
estái’ inventando cagás!, ¡por eso yo no te creo ná’ a vó’, Juan, porque como
me la tejiste esa vez...!.
-¡Yá,yá,yá, está bueno yá, córtenla, ya “caché”
todo, así que termínenla!.- les espeta un molesto señor Ká, para que no sigan
discutiendo.
Y a los segundos después pregunta:
-¡Pero si este no tiene nada que ver con lo
que está pasando!...¿por qué nos han traído ante un especie de tribunal?,¿y qué
tienes que ver tú en esto Samuel, ya que ese tipo te apuntó a ti?.
- Bueno…parece que me están culpando de
algo, y los están involucrando a ustedes…
-¡Pero
de qué!,¿qué hiciste?.
- No sé, no tengo idea…pero seguro que
ahora lo vamos a saber…
Le dice Samuel indicándole la
puerta de acceso al lugar que se está abriendo.
Los cuatro ponen atención a
la persona que se asoma por el umbral de la puerta. Es un tipo similar a los
otros, pero con algunas diferencias, un poco más bajo y algo grueso de cuerpo.
El tipo parece un extraterrestre típico de
algunos mostrados en comics antiguos, de frente calva, cabello de las
orejas hacia abajo, cejas abundantes y barbillas de chivo.
- ¡Señores, me presento, soy Ikis Péuki
As, abogado defensor y el tribunal me ha asignado para su defensa, en caso de que ustedes no tengan como ejercer
su derecho a defenderse de la imputación que se les ha hecho…
El Kratoriáno toma asiento en
un sillón frente a ellos y deja una carpeta que portaba en una pequeña mesita
de centro que ahí había.
- Señor…- le dice tímidamente Samuel.
-
Péuki, Ikis Péuki As…
- Señor Péuki...soy Samuel Aspe Aracena…al
parecer soy el principal inculpado, ¿de qué se me acusa?.
Muy tranquilo, el abogado
Kratoriáno le indica, consultando unas hojas de la carpeta que había dejado en
la mesa.
- Mire, señor Aspe Aracena, a usted se le
acusa de injuriar gravemente a la deidad Kratoriana “Kratorúngalo”, mediante un
escrito.
-¿Un escrito?,¿pero qué escrito?.
- Usted debería saberlo.
- No, no lo sé, señor Péuki.
- ¡Qué escribiste Samuel!- indaga el señor
Ká.
- ¿Viste que fuiste vó’?, ¡y me estábai’
echando la culpa a mí, caradura!- agrega otro tanto Juan Aguilucho.
-¡Ná’ que ver, güeón, yo no sé lo que está
hablando este señor!.
-¿Seguro Samuel?- le pregunta serio el señor
Ká.
-¡Seguro, seguro!.
- Señor Péuki,¿podría mostrarnos ese
escrito, la copia de el o algo?- indaga el Señor Ká al abogado Kratoriáno.
-¡Ah, buena idea Señor Ká, para saber de qué
se trata!- agrega algo ansioso Samuel.
- ¿Usted es el Señor Ka?, ¿Kafka?,¿tiene algo
que ver con el apellido Kafka?..
le
pregunta Péuki.
-¿ Kafka?.
-¡ Sí, Frans Kafka, el escritor terrícola de
“Metamorfosis”,”el proceso” y otros textos?.
- ¡Ah, sí, el escritor, pero yo no soy
él, no tengo nada que ver, bueno, algo que ver, por mi gusto por la literatura,
pero no soy pariente, ni nada!...
-¿Pero cómo sabe de Kafka, señor Péuki,
que ha ido a la Tierra?- pregunta algo intrigado Juan Aguilucho.
- Es muy fácil bajar a la Tierra e ir a
la feria o a un kiosko y encontrar los
libros de este señor; a gran parte de nosotros los Kratoriános nos gusta Kafka.
- Pero cómo…¿llegan y se meten así cómo
así al espacio terrestre, sin pedir permiso?...
- Bueno…este.. bueno, no se lo diga a
nadie, pero, yo no voy a la Tierra, sino que los encargo. Alguien, por
“casualidad”, es engullido por un “hoyo negro móvil” y va a parar a la Tierra,
y como se ha producido este “accidente”, la patrulla rescatadora dispara un
rayo y lo trae de vuelta, no sé si sabe usted, que nosotros somos los únicos,
por lo menos en esta parte del universo, que hacemos labores de rescate, pues
tenemos la tecnología para determinar el comportamiento errático y la dirección
a donde expulsan a los absorbidos, bueno, como le decía: se enfocan los
rayos y lo rescatan, porque al final es un accidente de la “naturaleza
cósmica” y ¡zás!, aprovecha el muchacho de traerse unos libros de Kafka… y
bueno, así como yo, hay otros que encargan lo mismo, ¿entiende usted?.
- O sea, hacen la güeá pirata, clandestina…
- Bueno, yo no diría eso, más bien diría
que “aprovechamos los vaivenes de la naturaleza”, “accidentes”, como son esos
“hoyos dimensionales móviles”, todo el mundo lo sabe, no es nada ilegal…diría
yo…
-¡Mmhh!- muestra su cara de perspicacia, de
duda, Juan Aguilucho.
- Mire señor Péuki, sería ilegal si Samuel no
sabe de lo cual está acusado y si usted dice que él ha escrito algo injurioso,
sería imprescindible conocerlo para saber a qué atenerse. Si usted va a ser
nuestro abogado defensor debería tener una copia de ese escrito.
- Bueno, si señor Ká, la tengo; aquí está.
El Kratoriáno le entrega una hoja de
papel, la que el señor Ká lee con avidez. En seguida se la pasa a Samuel para
que lo lea.
- ¿Tú escribiste esto Samuel?- le pregunta.
Samuel en un primer momento no
contesta y lee el texto y lo reconoce inmediatamente.
“La máquina de hacer poemas
malos,
como el Krátor;
me dio miedo
su cara de sádico, e.t.
que se meta el platillo
volador en el culo
culo- culo- culo….
-¡Pero si esto lo escribí en la feria del
Libro y parece que se lo dejé al “amigo guardia” del estacionamiento o en la
mesa donde me estaba tomando un café, ya no me acuerdo, pero..¿ qué tiene que
ver esto con su deidad, me puede decir usted caballero?.- le dice algo enojado
Samuel al señor Péuki, pero antes de que conteste, el Señor Ká, le pregunta al
mismo.
- ¿Tiene que ver con la palabra o nombre “Krátor”,
señor Péuki?.
- ¡Sí, señor Ká!.
- ¡Pero ese es un nombre de algo o
alguien, un apellido, no necesariamente se refieren a su deidad!,¿Oh, no,
Samuel?- dice esto último dirigiéndose a Samuel.
-¡Oh, sí,sí, por supuesto!.
-Sí, señor Ká, tiene usted razón, quizás
podría ser así cómo usted dice, pero ocurre que hay dos testigos que aseguran
que ese escrito tiene otra significancia, y la significancia que le dan es que
fue escrito con saña hacia la deidad y
apoyado por otro terrícola cuando lo
leyó e hizo mofa de aquello y ellos dicen que fueron testigos presenciales de
aquello y rescataron la prueba que sería ese papel escrito.
- O sea, ese es el caso.
- Sí, señor Ká, ese es el caso.
-¿Y qué tenemos que ver nosotros si fue el
Samuel quien escribió esto y el guardia que dijo eso?.- agregó Juan Aguilucho.
- Bueno, ustedes han sido implicados por los
testigos y de acuerdo a nuestra legislación penal eclesiástica serían
“cómplices solidarios”.
- ¿Cómo?,¿qué es eso, qué invento es
eso?,¡si yo no he hecho nada!,¿por qué tengo que ser “cómplice solidario”?.
- Ustedes son amigos de Samuel y vinieron con
él y los testigos los han implicado, como le mencioné antes.
-¡Pero por qué chucha tengo que pagar los
platos rotos yo, si fue este el que escribió ese papelito, que tengo que ver yo
en ese asunto!-
- Gracias por tu apoyo, Juan.
- ¡Ná’ que apoyo aquí!,¡ yo quiero que me
suelten y me devuelvan a la Tierra, ahora!,¡lo demando!.
En su desesperación y viendo al
cuarto integrante, el tipo encapuchado y de lentes, le dice:
-¿Y usted, amigo, no dice nada?,¡¿ no sabe
que estamos a las puertas de quedarnos condenados en este planeta para siempre,
acaso no quiere salvarse??...
Alonso “Primero” Krator está más
asustado que todos, toda esta situación es muy inusual para él y prefiere
mantenerse extremadamente cauto, así que
no se atreve a decir nada y baja la cabeza
aún más, y esto le hace
mostrar una actitud verdaderamente
patética. Los demás lo ven y no le dicen nada, ya que piensan “pobre tipo, está
más cagado que nosotros”, entonces el señor Ká le dice a Juan:
- El amigo es más listo que tú, Juan, sabe que hay que esperar, qué va a
pasar, no podemos hacer nada más, mal que nos pese.
- ¡Puta, la güeá, no es justo!-
- Tiene razón el señor Ká, hay que esperar que pase el
proceso, si ustedes son inocentes y no han hecho nada, saldrán libres y se
acabó el asunto.
- ¿¿Y si no??- le dice mirándolo no muy
agradablemente al abogado, Juan, y casi con los ojos rojos, que alguien
pensaría que le vendría un ataque de ansiedad con llanto y todo.
- Bueno…este…
Agrega el señor Péuki, sin hallar que
decir.
- ¿Y señor abogado, quién me va defender?,¿usted?.-
Le pregunta Samuel.
- Bueno, sí…
- ¡Mire señor abogado, no es por ofender, ni
nada, pero me gustaría que mi defensa la asumiera mi amigo el señor Ká,
asesorado, claro, por usted!,¿me permite la ley de aquí, eso?.
-¡Sí, la verdad es que sí…
-¿¿Qué
te pasa Samuel, te volviste loco??.- le dice extrañado el señor Ká.
-¿Por qué?.
-¡Cómo se te ocurre que yo te voy a
defender, si yo no soy abogado!-
-¿Y qué?.
-¡Pero…
-¡Mira, güeón, ya he visto que estái’
preparado y para mí eso basta!,¡no le voy a pedir a Juan Aguilucho a que me defienda!.
-¡Oye, que te pasa conmigo!.
-¡Y yá, yo quiero que sea así, o si no, nos
vamos todos a la chucha y les digo a estos jueces que yo lo hice todo adrede y
que ustedes fueron parte del complot de ese escrito y ustedes estuvieron de
acuerdo y así pasamos todos el resto de nuestras vidas aquí
encarcelados!!!,¿¿entendieron??.
El señor Ká, Juan Aguilucho y
Alonso Krator, no dejaban de mirar a Samuel con sus ojos algo desorbitados,
asustados por ese desplante de energía.
LA FORMALIZACIÓN DEL ACUSADO
Los pasos
de la caravana resonaban en las paredes curvas del pasillo que los conducía a
la sala del estrado. Los pasos apagaban un tenue zumbido que salía de las
paredes y del recinto en general, era una especie de ruido de un motor, pero
muy suave. Los cuatro amigos eran apenas escoltados por dos guardias. Instantes
después los guardias se apostaban a los costados de la puerta de salida del
tribunal y los amigos estaban sentados, en fila, a un costado del escritorio del
abogado defensor. Les llamó la atención poderosamente la presencia de una
mujer, que se encontraba con los dos sacerdotes del culto religioso que los
habían imputado. Ella era hermosa y presentaba rasgos más parecidos a los
humanos, tenía algunas de las características Kratoriánas , pero muy atenuadas
de manera que la fealdad características en que habían visto entre los hombres,
no necesariamente estaría presente en las mujeres. Aquella mujer presente en el
recinto era la Fiscal, la representante de la otra causa, ya se darían cuenta
de ello.
- Causa rol 0150- 50, sobre causa
eclesiástica-penal, el terrícola Samuel Aspe Aracena es acusado por injurias
graves a la deidad “Kratorúngalo”, iniciada la acusación por medio de dos
sacerdotes “Kratónicos” del culto de “Kratorúngalo”, quienes sindican al
imputado Samuel Aspe Aracena y a sus secuaces responsables por el “daño
socavante de imagen clerical y daño en el credo y daño a la fe eclesiástica”.
¿Los señores Peroclástico Domisélico y Aki-aki Bló, mantienen sus acusaciones,
señora Fiscal?.
Le pregunta el juez que lee el
texto de la formalización del acto del proceso, al fiscal, la señora Colónica
Foco, del lado acusatorio con los dos sacerdotes del culto de “Kratorúngalo”,
que se encuentran al otro lado, en la palestra.
-¡Sí señor Juez y a firme!.
-¡Bien, se da por formalizados a las
personas anteriormente imputadas!,¡mañana a las tres de la tarde, se dará por
comenzada la audiencia donde se escucharán ambas partes y se avaluará y se
tomará una decisión, penalizando u absolviendo a los involucrados!.
Con un sonoro martillazo en su
estrado el juez da por terminada la sesión de formalización del imputado
principal y los cómplices que le acompañan.
Más tarde, ya casi cerca del
atardecer, los cuatro muchachos se encuentran en un recinto donde tienen sus respectivas camas, después de
haber almorzado, como pudieran, la comida “Kratoriána” y descansado
forzosamente, en aquel recinto de detención. Todos están acostados, reposando
desde hace un par de horas, en silencio. De repente se escucha la voz de Juan
Aguilucho, pero serena y con algo de resignación.
- Ojalá nos vaya bien mañana... usted
amigo, que ha estado en silencio todo el tiempo, rece también, para que a todos
nos vaya bien…
El tipo de la capucha no dijo
nada. Y continuaba callado, acostado en su cama, con los brazos cruzados y
mirando hacia el techo, nadie podía verle el rostro a Alonso que denotaba mucha
preocupación... y más que preocupación, temor.
Nadie más agregó nada; no
estaban de ánimos para decir algo. El silencio llenó la habitación. Solo se
escuchaba levemente un sonido parecido a un motor. Pese a la preocupación
algunos ya estaban somnolientos y quizás sería el efecto de ese sonido leve de
motor.
Samuel, al igual que Alonso, el
de la capucha “a lo flaite”, miraba el techo, ensimismado por el leve y
repetitivo sonido de ese motor.
- Ese ruido de motor... “las motores”....
Se decía mientras su mente se
iba hacia atrás. Con sus ojos fijos en la pared, las imágenes pasaban. Pasaban
y pasaban.
Empezaba a retroceder y
retroceder y retroceder.
Pasaban los años...las horas
...los minutos...las cosas...los sabores...las tristezas...las alegrías...las
cosas....
Las gentes caminaban por su lado, circulaban, pero no tenían prisa,
como se ve en las calles de ahora, actualmente; allí no, la cosa era simple.
Bullicio de gentes en la pequeña ciudad. Era 1959. De la mano de su mamá,
Samuel, de cinco años, caminaba junto a
su padre por el centro de la Serena.
De repente algo pasó.
- ¡Qué desvergonzadas!,¡Heriberto,
entremos a esta tienda!.
-¡Pero m’hijita, si ya compró los zapatos
que quería!..
-¡Entremos te digo, que quiero ver otras
cosas!.
-¡Pero...!
Y Samuel veía a la pareja, a la señora,
que prácticamente arrastraba al caballero hacia dentro del local. Al voltear la
cabeza hacia el otro lado de la calle, la actitud de su mamá, que le ponía la
mano en los ojos a su padre para obstruirle la visión y el creciente murmurar
de las gentes que se encontraban alrededor,
dio cuenta que el alboroto era causado por la gente, por las señoras con
sus maridos, que miraban a unas damas que caminaban y venían en fila, por un
lado de la calle.
La visión aquel día sería la que
le marcaría su vida, quizás una tendencia, tal vez un simple gusto, pero
aquello no lo dejaría indiferente.
Eran ellas. Las chicas de “las
motores”, muchachas de la noche que marchaban encabezadas por la “regenta”. Con
sus
vestidos ajustados, tacos y sus peinados de los típicos de esos años, todas
coquetas, mostrando todo lo que traían, con sus sinuosos movimientos, caminaban
como si la ciudad fuera de ellas y ,
precisamente, en ese momento, la ciudad era de ellas. Nadie quedaba
indiferente.
Los caballeros que caminaban solos
en ese momento miraban sin restricción y con una sonrisa típica de cuando a uno
le agrada una dama, esa cosa picaresca, esa coquetería humana, ese placer de
ver algo agradable, placentero.
Los que iban acompañados no
correrían con tanta suerte, los celos de las esposas era una cosa que no se
podía obviar y hacían lo que podían, miraban de reojo o se hacían los tontos
mirando al cielo y de pasadita hacia abajo, esas hermosas piernas, esos hermosos
traseros. Unas esposas no reaccionaban tan parsimoniosamente, tan
flemáticamente, como otras, que solo les fruncían el ceño a sus maridos, sino que, enojadas, le
tapaban la vista con la palma de la
mano, como era el caso de la señora esposa del padre de Samuel, que en ese
momento los acompañaba.

Samuel, claro, no experimentaría, lo que
sentía un adulto, pero no estaría exento de aquellas sensaciones de ver una
mujer mayor, ese atractivo que ejercen aquellas hembras ya formadas... ya
activas, ya maduras.
Y allí iban, ellas, las chicas
de “las motores”, unos de los lenocinios de la ciudad, y este, como cualquier
negocio, tenía que mostrar su mercadería, y eso, precisamente, es lo que
hacían. Algunas fumaban, algunas movían sus carteritas al compás de la coqueta
caminata y la “regenta” delante, elegante, algo seria, corpulenta, con un
cuerpo que en un tiempo pasado fue esplendoroso, pero que todavía tenía lo
suyo. Acaso todavía trabajaría a la par con sus trabajadoras...tal vez... el
caso es que ahí iban ellas. Con la ciudad a sus pies.
Desde
chico
vi
a las putas
pasearse
por el centro de la
ciudad
hermosas,
elegantes
sus
bocas
como
la luz roja
en
los semáforos
verlas
a las 4 p.m.
era
un regalo,
después
de los años
solo
las vi de madrugada
y
sus labios
seguían
brillando como
fantasmas.
(de
“A TODA PUTA IDEA” de 2011)
Si Samuel contara sobre aquellos
desfiles de estas damas por las calles céntricas de la ciudad, ahora nadie lo creería. ¿Por qué?, ¿sería tal vez que
ahora el negocio está más diversificado, el teléfono, internet, la “polola de
turno” o los avisos en el diario y la cosa no es como antes?.¿Sería que pensar
que algo así, en esa época, no podría ocurrir?. El caso es que, esa
peculiaridad existía en esos años. Pero esos lenocinios, eran especiales, no
solo se iba consumir un servicio sexual, sino que uno se iba a divertir un
poco, a compartir, y quizás a compartir cierto calor de hogar, ver un pequeño
show “de casa”, acaso algo de
“guitarréo” por ahí de estas señoras, que algunas le hacían al canto,
así, todo un ambiente “hogareño”; decir
esto sería tal vez un poco “pretencioso”, pero en esos tiempos, la cosa era más
“provinciana”, el trato era más cercano, ya que a esta clientela, había que
tratarla bien, por supuesto y, claro, no
es que “el cliente tuviera la razón”, porque esa es una idiotez que inventaron
algunos “genios” de la ingeniería comercial, con la complicidad de algunos
empresarios, en línea con la mercadotecnia salvaje que han promulgado algunos
economistas como Milton Friedman y otros “visionarios” que pusieron el mercado
sobre el ser humano, que sacándolo por lógica tal vez no son humanos o son
robots o reptiliános disfrazados,
como esos que viven muchos años, como
dos mil años, en el interior de la Tierra o sus parientes en el espacio, y que
en ese tiempo nos están tratando de dominar influyendo en nuestras conductas
con rayos y emisiones de radio-frecuencia, exacerbando aquellas conductas
inhumanas porque, ¿acaso no pensarían ellos en llegar a experimentar la
cesantía con esa forma de manejar la economía?,¡oh, pero claro, si se enriquecen para que ello no les afecte,
que listos que son, y todos los demás que se jodan, total, viven en otro
mundo!, “¡trabajad para producir, para avanzar!”, dicen, pero ¿producir para
quién y avanzar hacia dónde?,¡puro lavado de cerebro!, ¡linda su visión de
mundo!, ¡viviendo un lujo, para que otros se partan las espaldas produciendo
ese lujo!, ¡habría que revisar todos estos sistemas económicos y colocarles
cláusulas de moderación, sí, porque el capitalismo funciona, el capitalismo es
bueno, con él se pueden lograr muchas cosas, crear arte, hacer investigaciones,
construir, son a los idiotas que les da el ataque de imbecilidad y vamos
estropeándolo todo y vamos acumulando dinero como desaforados, vamos
escatimando, vamos cagando al más débil, para tener mucho, mucho, pero mucho
dinero, para así tener poder, mucho poder, pero mucho poder!, ¡mucho
podeeeer!,¿y por qué no tienes poder para agarrarte la raja, mejor?,¡andar con
miedo en la vida no sirve de nada, para lo único que sirve es para que termines
como esos corruptos capitalistas que avarician capital y más y más capital,
para tener más y más poder y así nadie
los dañe, ¿pero, por qué alguien te ha de querer dañar?,¿acaso tú lo harías?,
entonces, con sus prácticas desacreditan el sistema y ya el capitalista empieza
a ser conocido como “el avaro”, y se demoniza el término “capital”, ¡por
favor!,¡el dinero es un pedazo de papel con una numeración!,¡nada más!,¡y no
faltan los idiotas que le echan la culpa
a este artículo de papel de todos sus males, como si a este le crecieran unas
patas y unas manos de metal y con eso quisieran ahorcarle!,¡por favor!,¡lo malo
lo generan ellos, ellos sienten avaricia, ellos actúan sin ética, no el dinero,
el dinero está ahí y nada más, es un instrumento!,¡ que no hay nada de malo con
tener!, todo exceso es malo, estamos de acuerdo, por eso serían necesarias esas
cláusulas de moderación, para que la estupidez no crezca en los cerebros, para
que esté todo claro y se comprenda que,
primero está la persona, después lo demás, que, claro, las personas no somos
perfectas y no se debe usar ese pretexto para pasar sobre ellas, que esa mujer
es una tal por cual, que ese tipo es un desgraciado, que ese es un “pelador”,
que aquella persona es cualquier cosa, etcétera, etcétera, todos tenemos
nuestro problema interior que resolver, y no por eso nos vamos a condenar unos
a otros, creyéndonos nosotros mejores que ellos porque no tenemos los mismos
problemas, si, que a una persona no se le puede dejar sin medicina si no puede
pagarla, que a una persona no se le
puede dejar sin educación si no la puede pagar, pero, ¿qué es lo que sucede?,
sucede que han implantado que lo normal es que “ese tipo debe ganarse su
medicina, ese tipo debe ganarse su educación, si no es un flojo!”, ¿y si no
tiene dinero?, ¿y si no hay pega, qué?,
“¡ah, no!, ¡para eso está la empresa privada, para generar trabajo!,¡ah,
pero el Estado que no nos vigile!,¿ah?,
¡que eso coarta la libertad de emprendimiento!, ¿la libertad de explotación,
dirá mejor?, ¡ah, bueno, que es lo mismo, sí, es lo mismo, caballero, que no ve
que nosotros debemos recuperar nuestra inversión!?, ¿recuperar su inversión
quintuplicándola?,¿eso es normal?, ¿eh?... ¡sí, sí, claro, por eso necesitamos
un Estado chiquitito, ¿ah?, nada de andar contratando empleados estatales por
que el Estado se agranda, sino que, todos a “contrata”, para que se
acostumbren, todos boleteando, si pues, señor!,¡ así seguirá esta ruedita que
nos conviene a nosotros, sí señor!”.... de esta forma se han olvidado que la
vida es más compleja, que la vida tiene matices, que no todo es blanco y negro,
que como estás arriba, algún día estarás abajo, que al final es comprensión,
paciencia, voluntad, humanidad, y no
andar inventando esas triquiñuelas que la gente inocente cree y acepta cayendo
en la trampa, como es el caso de ese
versillo que dice que “el cliente tiene la razón”, dándole manga ancha a esos
idiotas que llegan con algunos billetes en los bolsillos, y que creen que por
eso, porque lo escucharon en la “tele”, o vieron el ejemplo, o alguien les dijo
que tenían solamente derechos por tener un fajo de billetes, por ser un
potencial comprador, pueden llegar y
comportarse como esos extintos “patrones de fundo” de la época de la colonia, y
así, llegan, y tratan de humillar al vendedor o si no, se quejan con el gerente
del lugar por el trato que les da este vendedor, y este gerente, por vender más
y creerse el cuento, le “presta menos ropas” que a “Tarzán” al vendedor,
dándole la razón a esos idiotas. Qué desgraciados. No, no se trataba de eso, no
se trata de eso.... nada más lejos de
eso, sino que solamente un buen trato, una buena relación de clientela y
prestador, eso simplemente, y considerando aún más, que este era un tipo de negocio...
“especial”.
Tipo de negocio que conoció Samuel
una vez que había cumplido la mayoría de edad. Sucedió cuando acompañó a un
amigo a uno, de Coquimbo, ¿sería el ahora
desaparecido “dieciséis veintiuno”?. Tal vez, el caso es que ahí iban,
él y su amigo, que era mucho mayor que él y cliente asiduo a este tipo de
negocio, es decir, como se diría en un dialecto “vulgaris”, era un señor
“putero”.
Aconteció que Samuel estaba
vestido demasiado “mamón” para la ocasión. No es que estuviera vestido mal,
pero la forma lo hacía ver muy “inocente” y estas damas no estaban interesadas
en tener de clientes a hombres “inocentes” o bien en “desvirginizar” a clientes
primerizos; lo que le interesaba a estas damas era el dinero, claro, si estaban
trabajando, por lo tanto, se interesaban por los clientes seguros, o sea, los
clientes maduros. En aquella oportunidad Samuel vestía un chaleco que le había tejido con mucha dedicación su
madre, era un chaleco totalmente blanco,
de lana, muy vistoso muy de moda en esos años,
con “viscochos” en la parte de enfrente, que eran unas especies de
adornos circulares con relieve, quizás asemejándose a un botón casi del porte
de una cuarta parte de una mano, todos hechos en el mismo tejido, mostrando la
habilidad de la tejedora. Su amigo, más
“canchero” y ducho en el oficio, llegó y pidió un trago. Las damas meretrices
se encontraban a un costado, en un
rincón esperando los clientes. No tardó que una se acercó a él y se inició la
“conversa”. Luego otra se acercó a Samuel, a su figura tímida, y ella, con una
leve sonrisa le hizo un comentario halagador de su chaleco, todo para iniciar
un diálogo. Samuel no le dijo nada, en un primer momento, su timidez se disfrazaba de una actitud
displicente. Luego le dijo:
-¿Ah, sí?...
Y esas palabras le salieron casi como un
desprecio. Cosa que no le pareció nada de bien a esta señora.
-¿Ah, entonces te da lo mismo que yo esté
aquí?.
Con el mismo aire Samuel le
contesta:
- Mira, yo iba pasando y ahora estoy aquí, y
mañana estaré allá y pasado mañana quién sabe; en la vida todo es una
casualidad, y todo es una gran casualidad, y es una casualidad que yo esté aquí
y tú, para mí, eres una casualidad.
Quedará en la nebulosa si la
dama le habrá entendido su pretendido
discurso filosófico. Samuel quiso hacerla bien, pero la hizo mal. Cuando uno
anda en esos lenocinios peligrosos, en ese ambiente de Puerto, de antro casi,
uno no puede andar con cosas “fueras de tiesto”, tiene que andar de acuerdo a
lo que se presenta.
-¡Conchetumare!.
De esta forma la mujer lo
empezó a “putear” de lo lindo armando un escándalo. A esto, a los segundos
después se acercó unos de los tres hombres que había detrás del umbral de una
puerta de una habitación contigua. Sería el “cafiche” de la dama meretriz. Y
ante el ambiente de discusión espetó:
-¡¡Qué pasa aquí!!.
Una de las mujeres que estaban en el
grupo y que parecía enérgica, le bajó el perfil a la discusión, de lo
contrario, se pondría de color de hormiga el asunto.
-¡¡Nada, nada!!, ¡¡aquí no pasa nada!!...
Y así a Samuel lo apartaron,
llevándolo a donde estaba su amigo, que estaba tomándose unos tragos con la
señora de hace un momento.
Sucedió que su amigo no andaba
con mucho dinero, o bien ya no le quedaba nada por los tragos que había pedido,
así que le ofrecía a la señora un reloj “citizen”, que en esa época eran
carísimos. Al ver que la transacción era
injusta Samuel intervino y le dijo a su amigo que “cómo podía hacer eso”. A la
señora no le pareció bien la intervención de Samuel y dijo:
- ¡Usté’ trajo a su papá parece, que lo
cuidan tanto!...
Con eso se fue de la mesa
donde estaban los dos hombres. Samuel después se daría cuenta que no podía
andar con esas. Su amigo era un “putero” y sabía a lo que iba: en la
borrachera, en el desorden perdían las cosas, perdían la plata. No estaban
tratando con blancas palomas. El ambiente era así. La honestidad no era algo
que brotara espontáneamente por las paredes en esos lugares. Aquella vez, tal
vez, tuvo suerte, pues pudieron haberle hecho una encerrona cuando saliera del
local o algo así, como venganza, por “gritón” o “sapo”, por aguarle la fiesta a
la señora meretriz con su amigo. Y cosas así ocurrían. Como aquel asesinato que
ocurrió hace muchos años en el lenocinio de “las motores”, allá por la época de
los años 1949 o 50, donde dos hombres se pelearon por una mujer, un hombre
baleo a otro y ahí terminó el asunto. Sucedía que allí concurría gente de
dinero, con esos “Ford” de esas épocas. Tenían jornadas donde los atendían las
damas, por ejemplo, el día martes Macarena atiende al señor tanto, el día
siguiente a otro señor, y así. Al parecer hubo problemas de celos y ahí se vino
la tragedia. En ese tiempo “las motores” funcionaban en un recinto ubicado
entre las calles Ohiggins y Balmaceda, perpendicularmente a la altura de la
calle Brasil, donde se ubicaba la “C.C.U.”. Después y a raíz de ese asesinato se cambiaron más hacia el
este, a la Recova. Le decían “las motores” porque en esos años, la década de
los años 40 y 50 del siglo pasado (1940-1950), en ese sector había un generador
eléctrico que daba luz a la ciudad o a parte de ella, y era una constante el
ruido del motor, característico del área, de la calle. He ahí el nombre.
- “Las motores”...
Hablaba en sueños Samuel,
y las imágenes se veían que iban y venían. Se recordaba cuando iba de la mano de su mamá por las calles
de la ciudad. De lejos escuchaba una
canción. ¿Cuál era esa?,...¡me suena conocida!.¡Sí, ahora la conozco, es la
“cumpleaños feliz”!,¡es mi madre, ella la canta con las otras señoras!- se
decía Samuel. Y allí estaba él, era su cumpleaños. Cumplía siete años y se lo
estaban celebrando. Parecía un niño de “plata”, en comparación con sus otros
compañeros del barrio, bien vestidito y
con su traje de vaquero, que era su regalo de cumpleaños. Habían
invitado a todos los hijos de los vecinos del barrio. Barrio que era pobre,
pero ellos salían un poco de la media, que parecían gente de plata... al menos
en ese momento o en el momento como aquel que mandaba a la escuela su mamá al
pequeño Samuel, bien vestidito, bien arregladito, bien peinadito que al final
era un objeto de escarnio para sus compañeros de curso o sus vecinos, ya que
los otros no andaban tan prolijos como él. Su mamá obviaba todo aquello, como que no lo veía, no existía, lo que le
importaba a ella era que ellos “nivelaran hacia arriba”, ¿estaría en un error
por ese soslayado sentimiento de “arribismo”?, quién sabe, solo el tiempo lo
diría. Así, de todas formas, la mamá de Samuel se las arreglaba para traer lo
mejor para su familia, para sus hijos. Por ejemplo, tenía una prima que tenía
que comprar suministros para el “club de Leones”, ella le ayudaba y en pago le
daba algunas cosas que sobraban, entonces los viernes comían corazón, así otras
exquisiteces de la época. Y ahora estaban celebrando su cumpleaños. Era todo
muy animado, tan animado que después quedaba la peleadera con los niños, guerra
de platos de cartón, challas, quecázos y un etcétera. Era un barrio de pequeños
niños rebeldes. Así, obviamente, se
terminaba el cumpleaños, pero la señora, la mamá de Samuel, les agradecía a las
vecinas por venir a compartir un momento con ellos, que al final era eso:
compartir.
Podría decirse que el niño
Samuel era un niño solitario porque le costaba adaptarse a los demás niños. Ahí
en su habitación contemplaba su regalo de cumpleaños, que era un gorro de
vaquero y un cinturón con dos pistolas plásticas blanco con negro, muy
parecidas a las que usaba “el llanero solitario” y el cinturón de las mismas
tonalidades, el cual tenía unos sujetadores pequeños donde se guardaban unas
balas de plástico blancas, las que se cargaban en el rodillo cargador de la
pistola y se disparaban igual que un revolver verdadero, pero sin el estruendo
ni nada de eso. Era un bonito juguete. Su héroe era Jhon Wayne, que actuaba en
esas películas de vaqueros que él veía de los años 50, tiempo después vendrían los western italianos
con los actores Franco Nero, Guliano Gema y otros más, que eran de los años 60
y principios de los 70, pero no eran los que a él lo hacían soñar, cuando en su
habitación jugaba solo y se imaginaba que era un vaquero y se batía a duelo con
sus rivales pistoleros. Los suyos eran los actores Jhon Wayne, Gary Cooper y
todos esos de esos años. Se imaginaba que él era un “casaca azul”, o tal vez el
sheriff del condado y rápidamente sacaba su pistola y disparaba imaginariamente
todo el cargador: ¡tíchun!,¡tíchun!,¡tíchun!....
Ahora que había salido a la
calle, estaba jugando cerca de la casa, próximo a un riachuelo, en unos
pequeños montes, luego se encontraría con otros chicos vecinos y estos, como le
tenían envidia le empezaban a lanzar piedras. Él se escondía disparándole con
sus dos pistolas del “llanero solitario”, y las balas de plástico blancas
llegaban a cierta distancia, pero no se comparaban con las piedras. Lo
complicado de esto era cuando llegaba a la casa y su madre, con horror,
constataba que le faltaban casi todas las balas de su bello juguete. Era
doloroso para ella, ver que se había gastado lo que no tenía en ese juguete, que al día siguiente del cumpleaños ya estaba
estropeado. Sin las balas blancas el negro cinturón se veía extraño, feo tal
vez y, según su tío, decía que el juguete había perdido su valor.
- ¡¡Pero niño, que hiciste!!,¿¿dónde
dejaste las balas de plástico??.
Samuel no decía nada. ¿Qué
podía decir?.
-¿¿No sabí’ que las güeás cuestan
plata??,¡¡mira, el cabro tonto, perdió todas las balas de plástico del
juguete!!,¡¡ya vái’ a ver, cabro güeón, te voy a hacer plástico el hoyo!!.
EL PROCESO COMIENZA
Una mano le
mece. Le mueve el hombro.
-¡Despierta Samuel, a tomar
desayuno!.
¿Qué desayuno
tomarían allá, perdidos en un planeta llamado “Kratónia”?. Simple. Tomaban una
especie de bebida parecida al té y unas galletillas parecidas al pan, así que
no era una cosa tan distinta.
Sentados allí,
no se miraban, no decían nada, pero se sentían más tranquilos. Se estaban
acostumbrando a la situación. Luego los cuatro reposaban sentados en unos
sillones que habían cerca de la mesa. El señor Ká se sentó junto a Samuel.
-
Samuel, piensa un poco...¿estás seguro que quieres que yo te
defienda?...
- Si.
- Pero...¿y si fallo?...
- Si fallas, cagamos todos, así que no debes
fallar...
- Fácil me la pones.
- Mira, yo creo que para ti va a ser
fácil...y yo no tengo confianza en estos tipos, ¿no te diste cuenta de que
son piratas, con eso que decía el abogado, que llegan y se
meten en la Tierra sin permiso utilizando artilugios que solo ellos saben que
son legales?, dime, ¿qué puedo esperar de ellos?, además te desenvolviste bien
con el abogado cuando le hacías preguntas y, bueno, cuando comience el asunto le
consultas a él y listo, además, yo creo que el caso es simple, tu deberías
probar que todo esto es un error, nada más y ya.
- Bueno, eso espero.... eso espero.
**********************
Quince horas y ocho minutos.
Comienza la sesión. Un secretario lee el acta de apertura:
- Comienza la sesión del proceso
Penal-eclesiástico contra los cuatro terrícolas aquí presentes, causa iniciada
por dos sacerdotes de la “orden sacerdotal Kratorúngalo” , devotos del culto del dios “Kratorúngalo” , quienes
dicen tener razones y pruebas suficientes para que los imputados aquí presentes
tengan una pena ejemplar de 20 años de presidio en su grado mínimo, asunto que
se determinará, si es efectivo o no, al término de este proceso. Se da comienzo
a la sesión!..
Y con un sonoro martillazo en el
apoyo de madera del martillo sobre la mesa, da comienzo al acto judicial.
El juez, el señor Maprios Foe,
da la orden a los señores litigantes:
- Bien, la señora fiscal plantee su
acusación y luego el defensor plantee su defensa...adelante señora Colónica
Foco...
La señora Foco toma posición
delante del escritorio, casi en frente del Juez.
A su lado estaba el señor Péuki con los
cuatro acusados, a otro costado estaban cuatro personas, dos hombres y dos
mujeres, que hacían de jurado, atrás de ellos habían alrededor de diez personas
y el recinto no estaba lleno. Por sus vestimentas se podría apreciar que habían
unas cuantas personas representantes del culto religioso y otras tantas que al
parecer era público en general. Al parecer, el hecho de que estos fueran cuatro
terrícolas, seres de otro mundo, no era una novedad para los Kratorícolas, en
general, de lo contrario, la sala de audiencia estaría llena por ver a los
terrícolas, seres de otro planeta, quizás la causa penal eclesiástica era algo
de poco interés, el caso era ese. Lo que le sirvió a Samuel y sus amigos, fue
que pudieron conocer a más Kratorícolas, y como en aquella vez que fueron
formalizados cuando vieron por primera vez a una mujer, la señora Fiscal, y
ahora podían ver más en el jurado y en el público presente, lo que les llamó la
atención fue que ellas no fueran parecidas a los hombres, o sea, era como si
fueran de otra especie, no tenían esos rasgos característicos de los hombres:
algo cabezones, frente ancha, orejas terminadas en puntas, barbas de chivo,
pómulos salientes, cejas abundantes, ojos pequeños y hundidos, o sea, si se
hacía una observación muy minuciosa, los tenían, pero de forma muy atenuadas,
muy femeninas, alguien que fuera de una especie similar a la de ellos y que
llegara recién al planeta, se daría cuenta la diferencia evidente entre los
hombres y las mujeres.
- La fiscalía, en representación de
mis clientes, los sacerdotes del sagrado culto de “Kratorúngalo”, los señores
Peroclástico Domicélico y Aki-aki Bló, piden al estado de “Kratónia” la pena
máxima para los imputados en base a la acusación de que ellos son responsables,
principalmente el instigador Samuel Aspe Aracena, del delito de injurias graves
con efecto de “daño socavante de imagen clerical y daño en el credo y daño a la
fe eclesiástica”, al culto que ellos profesan como es “el culto Kratorúngalo”.
- ¡A la mierda, veinte años, estamos
cagados!- masculla Juan Aguilucho agachando la cabeza, pero algo se le alcanza
a escuchar. Samuel le reprende, pero muy silenciosamente.
- ¡Táte calláo’, güeón, y tranquilízate!..
La hermosa fiscal Kratoríana
continúa.
- La acusación se sustenta por las
evidencias presentadas y el testimonio de ellos de forma que presenciaron el
evento en cuestión.
El juez se dirige a Ikis Péuki.
-
Señor abogado defensor...
Péuki, algo incómodo le responde.
- Señor Juez, mi defendido ha decidido hacer
uso del articulado “enroque defensivo”, según lo estipula la ley y se ha
nombrado al defensor oficial al señor Ká.
- ¿Kafka?- pregunta ansiosamente el juez.
- Eh, no, no señor Juez, es un alcance del
diminutivo nada más, pero no es Kafka...
- Oh, bueno, que lástima ...pero, ¿que no es
uno de los imputados?.
- Sí, sí señor juez, pero en su artículo
cinco, el articulado mencionado, permite la actuación de un imputado a hacer la
defensa, siempre con el acuerdo y la venia del abogado patrocinante, que soy
yo, y yo estoy de acuerdo con que el señor Ká haga ese papel, asesorado muy de
cerca por mí, en todo momento...
- Bien, de acuerdo señor abogado, que se presente
el señor Ká.
El señor Ká, algo tímido, se
adelanta ante el escritorio y comienza:
- Eh...bien, señor Juez... mi nombre es
Francisco Ká, y asumiré la defensa de Samuel Aspe Aracena y sus acompañantes y
con ello, la mía propia. Tengo y tenemos la convicción de que todo ha sido un
error, porque ¿qué razones tendría un terrícola común y corriente, como es el
señor Aspe Aracena y sus acompañantes, en este caso, de cometer el acto ilícito
que se les imputa?,¿qué motivaciones tendrían?. Sería interesante saber la
respuesta y desde ya les digo que “ninguna” es la respuesta, “ningún tipo de
motivación” y todo no es más que un error, es lo que esperamos probar en este
palacio de la justicia como es este tribunal, mostrando en qué consiste tal error
del cual les menciono, e insistimos de que es así.
Haciendo un pequeño gesto con
la cabeza daba por concluida su entrada.
- Bien señores litigantes, ahora les toca
rendir las pruebas y los argumentos para dirimir y zanjar la cuestión. Señora
fiscal comience usted.
Le indica el juez Foe a la
señora Colónica Foco.
Samuel le miraba con cierta “lascividad”,
ya que era una mujer muy atrayente, pero cierta aura que tomó en ese momento,
como que le quitó la belleza, porque pareció, en un momento, que algo salía de ella, un animal salvaje,
algo no muy femenino, que a Samuel le quitaron todo interés que pudiera tener
en ella, en ese momento, pero de igual forma la mujer le atraía... ¿sería el
desafío de dominar a esa mujer salvaje?.
- ¡Señores, señoras,... para que pueda
existir un delito no necesariamente tiene que haber una motivación, y donde
haya un delito tiene que haber un “cuerpo del delito!,¡y eso es lo que me han
traído aquí, estos nobles
sacerdotes
de un culto de muy antiguo en nuestra civilización, un culto en la cual se
originó nuestra civilización y ante eso, este delito nos englobaría a todos
como nación!,¡como planeta!,¡por favor esto es serio!!,¡esto nos conduciría a
un conflicto interplanetario de incalculables proporciones ya que estos
imputados no son de nuestro mundo!,¡cómo puede haber tamaña atrocidad Dios
mío!,¡a qué mentes criminales se le ocurriría realizar un acto semejante!...
- ¡Por favor, abogada, al punto por favor!-
le reclama el juez.
La fiscal, un poco más serena,
continúa.
- Bien, señor Juez, el cuerpo del delito del
cual les hablaba es ese.
Y con una mano apunta a una caja
de vidrio que se encuentra en un podio a un costado del área de debate,
custodiada por un guardia.
- Ese es el papel que escribió el señor
Samuel Aspe, conteniendo las injurias para la fe “Kratorúngala”, de la cual
aquí en mis manos tengo una transcripción...
Levantando la vista y dirigiéndose
a parte del público y sus clientes agrega:
- Pido permiso para leer, por cualquier
circunstancia, por cualquier reproducción de algo ingrato, por cualquier
susceptibilidad que se pueda producir en los corazones de nuestros
religiosos...
- ¡Señora abogada, estamos en un tribunal y
no estamos en un campo de susceptibilidades, así que por favor lea ese escrito y sigamos...
-¡Sí, señor juez,...el escrito dice así:
“La máquina de hacer poemas
malos
como el Krátor
Al ir leyendo esa parte del
poema, se produjo un murmullo en la sala, y la abogado levantó los ojos, como
asustada, pero luego los bajó y siguió leyendo:
me dio miedo
su cara de sádico, e.t.,
que se meta su platillo
volador en el culo
culo-culo-culo...”
Algo incomoda, la
abogada hace una pausa.
- Como verán, la prueba es evidente, está
aquí en ese escrito, pero yo no soy la experta en temas religiosos de manera de
explicar donde se explicita plenamente aquella aberración...solicito aquí la
comparencia de nuestro experto, el señor Macardio Okoroco.
De entre el público donde
estaban sentados los hombres y mujeres religiosos, se levanta de su asiento un
señor de aspecto algo obeso y se dirige hacia el estrado donde se sientan los
testigos, casi a un costado donde se encuentra el señor Juez, en todo caso,
toda esta infraestructura muy parecida los tribunales terrícolas, ¿sería porque
eran asiduos a la literatura de Frans Kafka?. Quién sabe, el caso es que este
señor empezó a desmenuzar la prueba, “el cuerpo del delito”.
- Desde su punto de vista, señor Okoroco,
¿que nos puede decir sobre la aberración cometida?.
- Bueno, señora fiscal, lo más grave, desde
nuestro punto de vista, es que aquí se menciona un nombre que es muy sagrado
para nosotros, aquí se nombra a nuestra divina deidad en su primer nombre,
livianamente, como si fuera algo común, sin importancia, desde ya eso para
nosotros, es grave. Es nuestra creencia, difundida por nuestra misma deidad
hace miles de años, que su nombre verdadero no se debe mancillar por la boca
del vulgo, por la gente común, por esa razón, hace muchos años, se adoptó un
nombre para ser mencionado por cualquiera y ese era “Kratorúngalo”, entonces su
nombre sería conocido por “la divinidad Kratorúngalo”, o sea, “nuestra
divinidad Kratorúngalo” ....
- Pero aparte de eso, ¿qué nos puede decir de
lo demás señor Okoroco?- le preguntó
ansiosamente la señora fiscal, no dejándole decir el nombre “original” de su
divinidad de la cual se ha originado todo este asunto.
- Bueno, se ve a todas luces que el escrito es
ofensivo en toda su magnitud a quien se dirige que sería a nuestra divinidad,
por ejemplo, comienza diciendo que nuestra divinidad tiene una capacidad pésima
para hacer poemas, cuando dice “la máquina de hacer poemas malos, como él....”,
es claro a quien se refiere, a nuestra divinidad, como si él no fuera capaz de
crear un poema, cuando el mejor poema que hizo fue crearnos a nosotros!!...-
dijo esto último con un énfasis que provocó aplausos en el público en el área
donde estaban los religiosos.
-¡¡Silencio, orden en la sala!!...- exclama
el señor Juez y junto con ello golpea el martillo de madera y la gente se
apacigua, cesando los aplausos.
- ¡Continúe con su relato, señor, por
favor....!
- ¡Eh, sí, señor Juez...como decía, el escrito
continúa y dice en los siguientes reglones: “me dio miedo su cara de sádico e.
t.”, viendo esto, yo me pregunto, ¿no es también un insulto de grueso calibre
decirle a alguien “sádico”?,¿qué es un sádico?,¡aunque esa palabra es de origen
puramente terrestre, también se aplica en nuestro mundo, por lo tanto, es tan
insolente acá como allá!,¡sádico es alguien que goza infringiendo daño!,¡cómo
pueden decir que nuestro dios “Kratorúngalo es capaz de hacer eso!, ¡porque es
a nuestro dios a quien se refieren ellos!, ¡sí, aunque este texto, que fue
escrito en la Tierra, a mucha distancia de aquí, es inequivocable la referencia
a él, cuando se agrega allí la abreviatura de: “E. T.”, o sea,
extraterrestre, que quiere decir: fuera de la Tierra, ¿y quién está fuera de la
Tierra?,¡nuestro dios indudablemente!...
Y de repente levanta las
manos y dice:
- ¡¡¿Cómo pueden decir que nuestra
divinidad gozaría haciéndonos daño, cuando él es puro amor, puro amor por habernos
creado?!!!...
- ¡¡¡Amén!!!- se escucha de entre el
público y unos aplausos y una pequeña algarabía.
- ¡¡Basta, silencio!!.
Los espeta Maprios Foe, el
juez, golpeando fuertemente el martillo.
- ¡¡Señor Okoroco, evite provocar esas
manifestaciones, que esta sala no es ningún templo!!...
-¡Sí, señor, es mi fe, señor, la que me hace
manifestar de esta forma!...
- ¡Cómo sea, evítelo!,¡ahora continúe, si es
que le falta algo!.
- ¡Sí, señor Juez!... falta todavía...como
decía, señor juez, señora fiscal... el resto del escrito dice: ...”que se meta
el platillo volador en el culo-culo-culo”...¿qué puedo decir?, que nuevamente
se desliza otra injuria descarnada y sin contemplaciones porque, ¿qué es eso de
que “se meta su platillo volador por el ano?, ¿qué tamaño de ano tendría que
tener nuestro dios para meterse un platillo volador?, y hay que tomar en cuenta
que de estos artilugios hay de distintos
tamaños, desde unos 20 centímetros hasta naves nodrizas de kilómetros de
distancia. ¿Qué habrá querido decir?, ¿que nuestro dios es un culón?. Está
bien, existió un rito sagrado que él lo impuso en la antigüedad, que es el
llamado “nirvana de la conexión con él”, o bien “la comunión con él”, que se asemejaría en
algo como el meterse un platillo volador en el culo, uno pequeñísimo en este
caso, pero eso no se practica porque él no está ahora con nosotros, y suponemos que
él lo practicó cuando estuvo en Kratónis
encarnado, hace miles de años, pero ahora,
es solo su espíritu divino está con nosotros, pero de todas maneras es una
insolencia decirle a un espíritu que es culón, cuando este no tiene culo, es
decir, tiene, pero no de carne, podría ser de materia espiritual o algo así, invisible, el caso es que, en el papel escrito esto se repite tres
veces, o sea, que el señor escritor del poema, le dice que es tres veces culón, tres veces es culón
el espíritu de nuestra divinidad!,¡por favor, que insolencia!.
Se produce un silencio,
la señora fiscal espera que el señor experto religioso prosiga, pero
aparentemente ha terminado.
- ¿Nada más señor Okoroco?.
- Nada más señora fiscal.
Luego la señora
fiscal, se da vueltas y se dirige al público y al juez.
- Y bien, con este análisis por parte del
señor experto en el culto Kratorúngalo, hemos comenzado con nuestra acusación.
- Bien, es su turno, señor Ká.- le dice el
señor Juez dirigiéndose él.
Hubo una pequeña
pausa. Samuel le miraba. El abogado Kratorícola, Péuki, lo miraba también. Los
otros dos terráqueos también. Juan Aguilucho no podía disimular su nerviosismo,
como tampoco Alonso, con su actitud de estar disminuido, que ya los había acostumbrado a todos a verlo con capucha, cubriendo la mitad de su
rostro. Al parecer a todos les inspiraba lástima, que nadie se atrevía a decirle nada, como en este
caso, la gente del tribunal, la gente
encargada de la seguridad del recinto, nadie. Sin saberlo, ellos estaban siendo manipulados por él, y quizás él
lo hacía inconscientemente, porque lograba su propósito, de no ser molestado y
solo se dedicaba a observar, tímidamente.
Poniéndose de pie, el
señor Ká comienza la defensa.
- Señoras, señores, señor Juez... es de
principio elemental, que cuando se inicie un procedimiento se empiece
correctamente, y este principio vale para todo ámbito de cosas, desde lo humano
a lo mecánico y yo digo que aquí, algo ha empezado mal, el procedimiento
estaría viciado, eso, independientemente de que la acusación se pueda probar
como cierta o no...
El señor Péuki pareció
inquietarse.
- ¡Por lo mismo yo digo que la presencia
aquí de los acusados es irregular, nosotros no hemos tenido noticias de
protocolos interplanetarios donde los acusados hayan sido reclamados...
- ¡Káf, Káf, aarrrchuáff!...¡ehém, ehém!
El señor Péuki tose
sonoramente para distraer la atención y luego habla.
- ¡ Aff....señor Juez, la defensa solicita
receso!...
- ¿Señor Ká?- le pregunta el Juez.
- ¿Eh..?,¡sí,sí!.
- ¿Cuánto tiempo necesita abogado Péuki?.
- Media hora, señor juez.
- Le doy más que eso, abogado, continuaremos
mañana.
Un sonoro golpe con el
martillo de madera da por concluida la sesión.
USTED NO PUEDE USAR ESE ARGUMENTO.
Más tarde, los
cuatro imputados estaban en el recinto de detención, cómodamente, en compañía
de su abogado defensor, el señor Ikis Péuki As.
- ¿Pero cómo es eso señor Péuki, por qué
no puedo plantear eso?.
- Bueno, ya le dije, ese argumento no
puede plantearlo, yo sé por qué se lo digo...
Samuel, que estaba
atento, intervino:
- Mire, abogado Péuki, nosotros no somos
güeónes, cometeremos estupideces de vez en cuando, pero no somos güeónes,
nuestra lucha como raza, como gente en la Tierra es esa: “luchar contra la
tontera”, ya lo dice el Profesor Castro con su “teoría del agüeonamiento o
tonterización”, y no eso que dicen los
cultores del “libre mercado salvaje”, que
le han metido en la cabeza a la gente, que su meta en la Tierra es ser
feliz, yo podría decir: “mire, yo soy feliz tirando bombas, matando niños o
cagando a los demás” y tendría la razón, según estos cultores del mercado
salvaje, porque mi meta es ser feliz, ¿se da cuenta la estupidez? y mucha gente
no se da cuenta y cae en ello por el lavado de cerebro que hace la televisión,
o sea, la mala televisión y creen ser lo que no son y manejan su
vulnerabilidad, o sea, también el mercado los hace vulnerables dándoles todo y
ellos no hacen nada, no luchan, pero no todos caen, muchos saben, siguen la
corriente solamente o luchan directamente contra eso, el caso es que, Señor
Péuki, lo que le quiero decir, es que no somos güeónes, y si usted nos va a
defender, quiero que nos diga la verdad, que no se ande ocultando cosas, no
ande con eluciones, yo sé por qué el señor Ká no puede plantear ese punto como
defensa y creo que él también lo sabe, pero yo quiero que usted nos lo diga,
porque hace rato que se da vueltas y vueltas y no nos quiere decir por qué
exactamente el señor Ká no puede usar ese argumento. Ahora, si usted, con eso
de hablarnos con sinceridad, pone en riesgo su vida, o algo así, una
penalización... yo le comprendo, todos le comprendemos, pero le recuerdo que,
el miedo nunca es bueno, no se debe cultivar, se debe evitar, aunque algunos
digan “esas son palabras bonitas” nada más, hacerlo es otra cosa, así es, pero
todos sabemos que cuando hemos superado un miedo, por pequeño que sea, las
cosas cambian, ya no tenemos un lazo que nos ata, ya no tenemos un
condicionamiento que nos impide hacer ciertas cosas ... porque la mejor manera de apresarnos es con miedo.
El señor Péuki se sintió algo incómodo, pero luego
reflexionó y les dijo:
- Sí, tiene usted razón Samuel,
uno no tiene que andar con miedo en la vida, es lo peor, y ustedes son mis
clientes ahora, y además no parecen ser malas personas y veo que este caso,
como usted dice, sería todo un error...y una patudez de estos religiosos “Kratorungalianos”...
- ¡Sí, porque...!,¿qué hacían estos
religiosos en la Feria del libro?,¿les pidieron permiso a extranjería?,¡que yo
sepa todavía no hay un tratado de libre tránsito entre la Tierra y
Kratónis!...- interrumpe con efusividad Samuel.
- Si, es verdad Samuel, señor Ká, Juan
Aguilucho y señor...
Péuki se dirigió a Alonso
Krator que bajó aún más la cabeza emitiendo un sonido casi gutural, que
pretendían ser palabras. Ocultándose en la capucha, como siempre.
- Umh!...
- Bueno, usted.... sí es cierto. Cómo se han
dado cuenta, las cosas aquí se hacen de cierta manera, tenemos nuestra
idiosincrasia... un poco flexible para nosotros y somos, cómo usted dijo el
otro día señor Aguilucho, “un poco piratas” , y es verdad, pero es una forma de
ser, no significa que andamos de malos por la vida, es solo que aprovechamos
las ventajas que nos da la vida. Cómo les dije aquella vez, un poco
eufemísticamente, es un secreto a voces que el gobierno de la ciudad de “Kratonia” maneja
completamente el secreto de los “hoyos dimensionales móviles”, que los pueden
generar, determinar su rango de acción y dirigirlos, pero la gente de los otros
mundos solo saben que nosotros hacemos tareas de rescate, cuando estos “hoyos
dimensionales móviles” se producen por circunstancias naturales y por eso nos
piden ayuda, cuando se produce un accidente donde desaparecen personas, por
este motivo...
Juan Aguilucho al parecer va a
decir algo, pero el señor Péuki continúa.
- Yo sé lo que me va a decir señor
Aguilucho, que nosotros actuamos amoralmente en este aspecto, sí, es posible,
pero nosotros somos así, y no significa que abusamos de ello, porque bien
podríamos usar este control sobre ese fenómeno de los “hoyos dimensionales
móviles” como arma y seríamos una raza ya con varias colonias y empezaríamos a
conquistar esta área del universo, pero
no, nos conformamos con lo nuestro y ya. Entonces, mi amigo, señor Ká, si usted
va a plantear la ilegalidad sobre cómo fueron traídos hasta aquí, le va a ir
mal....NOS va a ir mal, porque, aparte de predisponer mal a la gente en
general, va a poner al juez y al jurado irremediablemente en su contra, no
importa que presenten los mejores
argumentos, las mejores pruebas que los
absuelvan, por el hecho de que sean extranjeros, simplemente se van a deshacer
de ustedes, no se van a hacer problemas
y los condenarán a la pena que piden estos chiflados religiosos y aparte
yo me llevaré un castigo de cárcel por no saber manejar la situación, al haber
permitido que un extranjero de los condenados hiciera la defensa.
Los cuatro amigos se
quedaron un poco estupefactos con, casi, prácticamente, una confesión que hizo
el señor Péuki.
Pero luego el señor Ká le
preguntó:
- Tiene razón, señor Péuki... pero me
gustaría que nos hablara más sobre estos religiosos, por ejemplo, lo que le
preguntó hace un rato Samuel: ¿que estarían haciendo aquella vez en la Tierra,
en la Feria del libro?.
- Bueno, la respuesta es, en parte simple:
si ellos estaban en la feria del libro, es seguro que era para traerse
ejemplares de libros de Kafka, no habría otra explicación, por el lugar; la
otra explicación, que es más...profunda, concierne exclusivamente a su ámbito
religioso, y es que ellos, seguramente, andaban en “jornadas de búsqueda”...
-¿”Jornadas de búsqueda”?....- se pregunta
el señor Ká.
- Sí, miren... es la creencia enraizada en lo
profundo del culto a la deidad “Kratorúngalo”, que esta sería originada por una
persona que vino de la Tierra...
-¿De la Tierra?, ¡qué coincidencia!, ¡y ni
aun así nos tienen respeto!,¡caraduras!....-comenta Juan Aguilucho.
- Como les decía, ellos creen, no muchos si,
que hace muchos años el dios “Kratorúngalo” vino de la Tierra y sembró la vida
en nuestro mundo, que todos nosotros seríamos originarios de una persona, de un
nombre que ellos sacralizan: “Krator”
Al escuchar eso Alonso se
estremeció, tosió, pero de igual forma pasó casi desapercibido.
- De
ahí vendría el nombre de “Kratónis”, nuestro mundo y el gentilicio
“Kratoriános”, pero muchos no creen aquello, porque los terrícolas no son muy
parecidos a nosotros, hay unas diferencias, que ustedes tienen que haberse dado
cuenta, hay personas que se nos parecen como el terrícola Nicanor Parra, que
parece un Kratoriáno, pero no lo es y los “sacerdotes buscadores” lo han
descartado como un descendiente de nuestra divinidad, y así, esa creencia
religiosa ha perdido su fuerza, de hecho, los cultores de la divinidad
“Kratorúngalo” son solo un treinta por ciento de la población y cada vez va
teniendo menos adeptos, por el mismo fanatismo con que ellos a veces se
manejan, pero los que creen lo hacen fuertemente, y entre los cultores
organizan cada cierto tiempo, “jornadas de búsqueda” consistentes en enviar una
pareja de sacerdotes a la Tierra para buscar el “eslabón perdido”, que sería
algún descendiente de la divinidad o bien la reencarnación de este, en una
nueva persona, para traerlo de vuelta y adorarlo en cuerpo presente...
- Ya veo, está clarito todo – agrega Samuel,
con un tono meditativo, - cuando aquella vez que leí en la feria del libro,
vino Alonso y me increpó diciéndome que mi poesía era indecente y valía
callampa, y a mí me descolocó su
actitud, ¿tú te acuerdas, no, señor Ká?.
- Sí, por supuesto.
- Fue cuando, al rato después de eso,
conversaba con el amigo guardia y me
vino la inspiración y escribí esa pieza, en donde me desquitaba de Alonso y fue
cuando el amigo guardia lo leyó y dijo: “cagó el Krator”, fue entonces cuando
esos sacerdotes estaban escuchando, yo
los había visto rondando por ahí, ahora que recuerdo, sí, tomaron el papel, se
lo llevaron y cuando se iban, se dieron vuelta y me miraron, pero de una forma
extraña, como si estuvieran muy enojados; ahora me explico todo, aun así, como
fuera, su actitud la encuentro muy ridícula, ¿cómo se iban a tomar algo tan en
serio cuando ni siquiera era dirigido hacia ellos?... su fanatismo,
francamente, me parece algo patético.
- Para que se den cuenta que estos caballeros
religiosos son así, a veces irracionales y ciegos en su fe, por eso hay que
andar con cuidado. Pero, dígame Samuel, ¿cómo se llamaba su amigo, al que le
escribió el poema?.
- Alonso Primero Krator, señor Péuki.
- ¡Krator!- pronunció esas palabras el señor
Péuki, como si hubiera descubierto algo- está claro que esos sacerdotes
confundieron a su dios con ese nombre, pero, ¿qué es Krator para ustedes, un
nombre, un apellido, o qué cosa?.- pregunta a Samuel.
- Ese es un apellido, es una forma de nombrar
a las personas, y es el apellido con que nombramos, en vez de su nombre como
debe hacerse, usamos su apellido; es una costumbre entre nosotros, un poco
extraña, pero bueno, es así, y bueno, a
él le dediqué mi poema, tratándolo de denostar, como desquite, por haberme
ofendido y amenazado, cuando le dio el
ataque de envidia.
El encapuchado Alonso, al cual
aluden, pero que no saben que está ahí, con ellos, se siente un poco más
nervioso de lo que ha estado todo este tiempo y mueve las manos, como resultado
de aquello, pero no abandona su bajo perfil y continúa en silencio.
Y luego Péuki, con una actitud
meditativa, les dijo:
- Lo que sucede, amigos, es que, tal
vez ellos no sabían que existía un apellido con el mismo nombre de su dios y al
escucharlo por primera vez pensaron, no muy racionalmente y con sus mentes
nubladas de fanatismo religioso, que se referían a su dios, quizás muy imbuidos
en la misión en que se encontraban, allá en la Tierra. Porque, sucede, que ese
es el nombre, “Krator”, con que llaman a su dios en forma casi secreta, ellos lo usan entre los más
altos sacerdotes del culto y no es para los simples adoradores y menos para los
neófitos, que no conocen la “fe Kratorúngala”, según las enseñanzas antiguas de
su dios; su nombre no debe ser manchado por personas vulgares, entonces, en
este caso, me imagino que se lo tomaron a mal, porque esta vez escucharon
nombrar a su dios por personas más desconocidas, personas de otro mundo; eso
tiene que haber desatado este mal entendido.
- Para ser religiosos, porque se supone
que se refiere a la divinidad y la divinidad sería signo de algo bueno,
supongo, porque hasta eso está en duda, demasiado clasista e inhumana aquella
clasificación de sus devotos, señor Péuki, o sea, tienen adoradores de primera y segunda clase;
los primeros, los sacerdotes, me imagino, lo pueden nombrar y los demás no
tienen la altura para mencionar su nombre, es más, pareciera que para su dios
son lo más despreciable, unas miasmas, que el nombre en aquellas bocas está
tomado como la peor afrenta...¡cómo puede ser eso!,¿tan lavado el cerebro tiene
esta gente?. – pregunta algo molesto Samuel.
- Bueno, esas son las enseñanzas dejadas
por su divinidad en la antigüedad, por lo mismo, muchos las cuestionamos y no
las encontramos lógicas, más bien crueles y controladoras, y no adherimos al
culto, pero aquí hay libertad de culto y ...bueno, es su religión, pero le
recuerdo, Samuel, que “en todas partes se cuecen habas”, como dicen los
terrícolas, allá en la Tierra, una de sus religiones, la más famosa, parte del
hecho de que los terrícolas, por solo el hecho de haber nacido, son “pecadores”
y tienen que estar expiándose a cada rato, por el sentimiento de culpa que les
han metido en la cabeza, cuando todo ser humano, marciano, “kratoriáno” o
terrícola, sabe lo que es bueno y lo que es malo, y básicamente debe saber que
es elemental “no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a tí”, nada
más. Fíjese usted, allá en su planeta una religión que los domina con la idea
de que todos son malos y que deben redimirse al final, aquí, que todos no
valemos nada y que debemos hacer mérito y mientras tanto, el control, ¿se da
cuenta señor Samuel?. Control, yo no digo que Dios no exista, pero esto como
que, no sé ...es más, muchos de nosotros
decimos que Dios existe y que mantiene el equilibro del universo, que está en
todo el universo y está dentro nuestro y con eso podríamos ser más religiosos
que estos religiosos y punto... lo demás, cada uno sabe lo que hace y debe
afrontar sus consecuencias.
Samuel no le dijo
nada, pero le sorprendió lo sabio que podía ser este simple abogado Kratoriáno,
y el sentido que le hacía lo que había dicho, esto le dejó con una
sensación de alivio con respecto a sus
aprensiones..
- Sí.... es verdad, señor Péuki y se me
ocurre que tal vez fueron los astronautas antiguos que se aprovecharon de los
homo sapiens en la Tierra, cuando comenzó la civilización en mi planeta, cuando
comenzó la cuestión religiosa, metiéndoles cuestiones en la cabeza, y
castigándolos si se pasaban de listos con ellos, desobedeciéndolos, y seguro que de ahí salió
el pecado, pensando que eran unos pobres idiotas, dejándoles mandamientos,
sabiendo que solo bastaba haberles dicho una regla principal “tienen que saber
convivir” y se aprovecharon simplemente, dejando la cagada y quizás este dios “Kratorúngalo” que vino a este planeta,
fue un terrícola sinvergüenza que anduvo por aquí...
- Muy posiblemente, señor Samuel, muy
posiblemente, uno nunca sabe.
***********************************
Samuel se
encontraba ahora, en su cama. Los demás dormían.
A su mente le venía
la figura de la fiscal, cuando estaba exponiendo la acusación contra él y a sus
amigos. Muy hermosa su figura, una mujer de buenas formas, de piel canela,
suave, turgente a pesar de los años, pero.... ¿a quién se le ocurre enamorarse
de la fiscal, que lo condenará a uno a veinte años en un desconocido
planeta?,¿será una tontera más de Samuel?, ¿será un “Samuelazo”?. Pero... ¿qué
es un “Samuelazo”?.
EL “SAMUELAZO”
Andaba de tramites en el
centro: fotocopias para el nuevo número de la “Añañuca, -ya le faltaba un mes
para cumplir treinta años de haber sacado su primer número-, vida social, como
serenense avecindado ya hace muchos años, no faltaba a quién se encontrara, y
claro, no venía nada mal una buena conversación, cosa en la cual era experto.
Regresaba al recinto donde
comúnmente dejaba estacionada su bicicleta. En su mano portaba su celular
“blueberry”, y viendo al amigo guardia, le dijo:
- ¿Sabí’?,¡me encontré con mi amiga la
Petronila!..
- ¿Tu amiga “Petronila, la drogada”?...
- Bueno, no es drogada, pero tiene
problemas de droga, eso sí...
- Ah, si, como muchos en esta sociedad
por la exigencia tonta y donde todos agarramos papa y todo eso...
- Sí, este... mira, me dio su teléfono,
pero no sé cómo ingresarlo a mi celular...
Diciendo esto, le pasa el
celular al guardia junto con un papelito, y este lo acepta, pero con cierta reticencia.
- Oye, pero, este celular es más complicado
que la cresta, la otra vez anduve dando la hora, para regularle el volumen....
pero, veamos...
- ¡Ah, métele el número no más!,¿y cómo mi
hija?,¡el otro día me cambió la melodía de la alarma y lo hizo de una!...
- ¿Pero, cómo lo hizo?
- ¡Ah, no sé, po’ güeón, si vó’ sói’ el
experto!.
El guardia hacía lo que
podía con los teclados delgadísimos de ese modelo de celular ingresando al menú
para acceder a las otras carpetas, pero de repente accedía a otras que no
quería y se perdía.
- ¡No, no soy experto, pero algo sé, solo
a nivel de usuario, cómo deberíai’ saber tú también!.
- ¡Ah, coloca la güeá, no má’!,¿o si no,
cómo voy a poder llamar a mi amiga Petronila?.
- Bien rica tu amiga Petronila, lástima que
la droga la esté poniendo fea, en las fotos que me mostraste hace un tiempo,
donde posó para ti, se veía bien rica...
- Sí, es que, como todas las minas, elige
mal...
Moviendo sus dedos
penosamente sobre el celular, el amigo guardia parecía conseguir resultados.
-¡Aquí está, lo encontré!,¿cuál era el
número?,¡ah, sí!...seis, cuatro, nueve, nueve...!...
- ¡Yá,yá apurate!..
-¡Pérate’
pu’ güéon, oh!.¡ocho, siete, cinco tres!,¡ya está!.
Sin darle tiempo a más,
Samuel le arrebató el celular, con una prisa que no se explicaba.
- ¡Espérate, falta cerrarlo...!.
-¡Yá, ahí no má’!.
Sin más ni más, se mete
el celular en uno de sus bolsillos
delanteros.
El aparato empezó a
emitir unas señales, las cuales fueron recibidas por el ordenador principal del
área, responsable de dirigir y captar la señal del aparato, del número
designado, para establecer contacto con el otro teléfono, haciendo la conexión
para, finalmente, efectuar la interacción de ambas máquinas logrando la
comunicación deseada.
¿Comunicación
deseada?,¿aquí?.
Es seguro que aquí la
comunicación no era deseada, pero bueno, se efectuó.
Ahí fue cuando comenzó
todo.
La prisa le jugaría una
mala pasada.
¿Por qué estaría tan
apurado?.
¿Le picaría el ano?.
¿No habría salido
totalmente de algún éxtasis creativo al encontrar una frase justa de un poema,
que habría quedado flotando y acelerado a la vez, con una carga de gran
ansiedad que lo hacía apurarse sin saber por qué?.
Sin darse cuenta Samuel, al
arrebatarle el celular al amigo guardia, que había ingresado recién el número
de la amiga Petronila a la “lista de contactos”, al meterse el celular en el
bolsillo, con la presión de la tela del bolsillo sobre la tecla de llamado, había dado curso a
una llamada al número que aparecía en pantalla, irremediablemente, ya que no se
le había dado tiempo al sistema de bloqueado del teclado, a que se activase.
- Lo que deberíai’ hacer vó’ es,
comprarte un celular más modesto y no andar con esas cagás complicadas, que
reciba llamados y mensajes, nada más. Tení’ internet, pero no lo sabí’ usar, y
no estái’ ni ahí con aprender, ¿entonces cómo?. Hablái’ contra las modas y los
güeones que las siguen y vó estái’ igual, comprándote un celular a la última
moda, ¿qué vái’ hacer si tu amiga, la drogada ex- rica, te manda un e-mail,
ah?.
En otro lado, en otro
lugar, alguien con lacios cabellos se pone a escuchar al celular que la han
llamado. Hace rato que dijo ¡hálo!?, pero nadie le contestó, pero se escuchan
voces al otro lado y ,¿qué es lo que dicen?, ¡pero, oh!,¡suena interesante!.
- Ah, no le digas así, a mi amiga
Petronila, no es drogada, y no es eso lo que la tiene arruinada, lo que pasa es
que no ha tenido buen ojo, como todas las minas...
- ¿Por qué?,¿ qué pasó?.
- Con el tipo con que está pues, le saca
cresta y media y sigue con él.
- ¡Cómo!?,¿le da de cachetás y combo en
l’hocico?.
- Y patá’ en la raja.
- Oooh, que penca.
- Y si es medio maricón, seguro que le tira
el pelo, mechonéandola bien mechoneáda.
-
Que lástima, con razón ahora está tan arruinada, si como la tratan, na’
que ver con las fotos que le tomaste hace tiempo, y yo que pensé que era “habilosa”.
- Noo, si es muy inteligente, es profesora
y ejerce, pero es tonta.... una mujer así debería buscarse a alguien mejor...
Alguien al otro lado del
celular fruñe el ceño, que llega a dar miedo. No cortará el teléfono por nada
del mundo. Tiene que saberlo todo. Tiene que saber lo que dicen hasta el final,
aunque no le guste, así que no soltará el teléfono llueva, truene o tiemble.
- Lo bueno, es que tiene buena pega- dijo
el amigo guardia.
- Nooo... si renunció.
- ¿Renunció?,¿y por qué?.
- Decidió irse a Valparaíso, con el pololo
que le saca la cresta.
- ¿Pero cómo?,¿él tenía mejor pega que
ella?.
-¡Nooo, si el hombre no trabaja, está
cesante hace rato!.
-¿Entonces cómo?.
- Es que el tipo quería irse para allá y la
mina lo sigue.
- ¡Ah, noo...!, allá la van a moler a patá’
en la raja...
- A combo en l’hocíco, y a mechonéos varios.
- Pucha , la mina pa’ tonta.
- Para que tu veas, para que tu veas, cómo
son las minas.
- Pucha que triste, güeón...
- Bueno, así es la vida- dijo Samuel y se miró
el reloj-, es tarde!,¡tengo que ir a sacar unas fotocopias, ya vuelvo!...
El amigo guardia se quedó
en su lugar haciendo lo suyo, mientras que Samuel caminaba hacia el centro de
la ciudad, hacia la librería donde sacaría esas fotocopias. A esta hora el
tráfico es más denso, alrededor de las cinco de la tarde, algunas gentes salen
del trabajo y van a las oficinas de los médicos u otras oficinas, se ven hartos
vehículos circulando en esa calle Pení. Gentes que caminan a su lado, unas que
van, otras que vienen. Va tranquilo caminando Samuel cuando a la distancia
parece ver a alguien que conoce: - ¡Oh, pero si es ella!- dice para sí.
Pero, un momento, algo pasa.
Se acerca a ella, y ve con más detalle, verificando lo que le parece algo inquietante, anormal en su rostro. Es su ceño
fruncido.
-¡¡¿¿Así que me sacan la cresta y me
mechonéan bien mechonéada??!!...
Le dice una enfurecida
Petronila, con una mirada que intimidaría al más malo de los bandoleros. Y
Samuel queda ahí, estupefacto, no sabiendo qué pensar. Su cerebro empieza a
calcular, tiene que salir del apuro y algo tiene que decir.
- Pero, como, no entiendo...¿de qué
hablas?.
Esas últimas palabras le
salieron algo cursis, como tapando algo “intapable”. Dejando en evidencia su
culpabilidad.
- ¿¿¡Cómo de qué hablo, gil??,¿¿veí’
esto??.
Le dice mostrando su celular.
- ¡¡Lo escuché todo, pero todo,
todo!!,¿¿ahora que me podís decir, ah??.
No hacía falta pensar mucho. Algo
había pasado. De alguna forma el teléfono había marcado cuando se lo metió al
bolsillo, las teclas o algo, que llamó a la mujer, y esta, escuchó todo, cuando comentaban de ella hablando
con el amigo guardia.
Con todo, Samuel ya no podía
seguir haciéndose el tonto, ni negando todo, algo de honor tenía y ante las
evidencias ya nada podía hacer... podría haberlo negado todo y salir corriendo, pero se quedó ahí a
recibir lo que fuera.
- Na... nada, pues Petronila, cada uno es
lo que es, no más... que te puedo decir...
-¡¡Y yo que pensé que eras mi amigo gil
culiáo’!!,¿¿y qué tení’ que andar ventilando mi vida privada, ah??,¿¿y que te
importa a vó’ lo que yo haga??...
- No, si tu hací’ lo que querí’, pero yo
solo...
Lo que no mencionaron allí
los dos hombres cuando hablaban de ella, era de su carácter, quizás porque era
una cosa obvia, que ella era algo “trasher”, algo arrebatada, de mal genio.
- ¡¡¡No
güeón, si vó’ sói’ igual que todos los güeones, unos “peladores”, unos metidos,
unos conchesumares, que se andan metiendo en la vida ajena, que andan “pelando”
a sus amigos!!,¡¡bueno, ahora yo soy tu ex-amiga, porque, cómo voy a ser amiga
tuya si me vái’ a andar ventilando mi vida a cuanto güeón se te ocurra, no, esa
güeá no!!,¡¡¡así que déjame decirte esta güeá: vó’ ya no sói’ más mi amigo, así
que borra mi teléfono de tu cagá de celular, borra todo, porque vó’ valí’
callampa, vó’ sói’ un “amermelado” que tení’ el hocico de este porte, mira que
hablando “el perla”, que se ha creído, así que ya sabí’: yo a tí no te conozco,
yo no conozco a güeónes habladores, sopencos, burros, animalóides, marciánicos,
hijos de su santa madre, cagones, misérrimos, agüeonádos, estúpidos, imbéciles,
torpes, unos caídos de los infiernos con las güéas achurrascadas y además,
bla,bla,bla,bla blaquetedúnque, dunque ná’, bla,bla, y requete-contre
bla!!!....
El tiempo pareció detenerse.
Era una eternidad. Cuando terminaría esto. Samuel soportó todo esto, porque
aceptó su culpabilidad y le tenía algo de afecto a esa mujer, con la cual había
compartido buenos momentos, ¿y quizás quería compartir algo más?. El caso es
que lamentaba que se terminara una amistad así, y de esta manera.
- ¡¡Así que, cháo, hasta nunca!!...
Le dijo Petronila, y dio la
media vuelta y se fue a paso ligero.
Y ahí quedó Samuel, algo
paralizado, “apachorrado”, flematizado, como que todavía no salía de su estado
de no creer lo que había pasado.
Más tarde caminaba por ahí,
haciendo sus diligencias.
El amigo guardia veía una figura
que se aproximaba por el otro lado de la calle.
Era Samuel que venía
caminando como un zombi, pero no de esos de las películas antiguas de los que
apenas arrastran los pies, sino de los
de ahora, que se mueven más ágilmente, pero igual la estampa la tenía de un
zombi.
-¡Hola Samuel, cómo te fue!.
-¡No sabí’ ná’, güeón, me encontré con
la
Petronila!.
-¡Ah!,¿y que cuenta tu amiga, la ex-rica
y drogada Petronila?.
- ¡No, si no te riái’, güeón, si esto es
algo serio!.
- ¿Por qué?,¿qué pasó?.
- ¡La mina escuchó todo lo que estábamos
hablando de ella hace un rato!.
- ¿Cóoomo?.
-¡Sí, güeón, lo que te digo!.
- ¡Sí!,¡pero cómo!.
- ¡Por el teléfono!.
- ¿Por el teléfono?,¿pero cómo?.
- ¡No sé, güeón, el celular se conectó y ella
escuchó todo lo que estábamos conversando!.
- ¡Cháaa!,¡pero, cómo puede ser!,¿no te habrá
“engrupido” y te sacó verdad por mentira y cachó’ que vó’ la estábai’
“pelando”?.
- ¡No, güeón, si escuchó lo que decíamos de
ella y estaba furia!.
-¡Ah, por eso veníai’ algo pálido!.
- ¡No, si no te riái’, güeón ho, si esto es
algo serio!.
-¡Ah, pero, pero...¿viste güeón?,¡si
supiériai’ usar bien tu celular no habría pasado esto!,¡más que seguro que se
conectó cuando te lo metiste al bolsillo, cuando me lo arrebataste y no me
dejaste cerrarlo!,¿viste?,¡eso tiene que haber sido!.
- ¡No, güeón, si no te riái’, que esto es
algo serio!.
-¡Pero si te estoy hablando en serio!...
Pese a todo el amigo guardia
no se pudo aguantar la risa.
-¡Buaja,ja,ja,ja....!,¿viste,güeón?,¡te lo
dije!,¡por culpa tuya la mina escuchó toda la güeá’!,¡ja,ja,ja,jaaa....!.
-¡No, si no te riái’, güeón ho, si esto es
algo serio!.
-¡No, pero, tranquilo güeón, si no se acaba el
mundo!,¡total, hablamos de ella, pero no en mala, podríamos haberle agregado
más, pero no!,¡ja,ja...!.
- ¡Ah, pero güeón, a nadie le gusta que hablen
de uno a sus espaldas!.
- ¡Ah, bueno, no debería ser, pero
ocurre!,¡además, estábamos hablando de que era rica, la estábamos alabando!..
-¡Chí, la media alabanza!.
Entonces, ya sabido todo,
pasado el momento del impacto, cuando ya
se empezaban a relajar, el amigo guardia le preguntó:
- Oye güeón,
¿y cuánto fue lo que escuchó?.
Samuel, más tranquilo,
le respondió:
- ¡Todo, güéon, todo!.
- ¡Cháaaa...!.
Después,
olímpicamente, Samuel le echaría la culpa de todo al amigo guardia, dialogando esto, en la feria del libro y este
suceso se lo comentó a su amigo, el señor Ká, pero con ciertas variantes,
claro, para no perder cara ante él.
- ¡No, si fue este amigo guardia que me
tendió una trampa, e hizo que se conectara el teléfono; cómo este es más
tecnológico que yo, seguro que hizo algo para que el celular se conectara e
hizo que esta mujer escuchara todo y fue así como la Petronila, supo que la
estábamos “pelando”.
- ¡Ah!,¿así fue el asunto?.- le dijo el señor
Ká.
- ¡Sí, así fue!¡y por eso ella se enojó
conmigo!.
-Aaaah.
Este suceso,
posteriormente, sería conocido como “el Samuelazo”.
Hasta aquí la muestra en un 50% de la novela.
Novela publicada completa por ediciones Cuchu.
Gracias.
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